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El Eurogrupo se reúne este viernes a las 15 horas

Grecia acepta la prórroga pero Berlín mantiene sus exigencias

El Gobierno de Alexis Tsipras claudicó a solo unas horas de que expirase el ultimátum del Eurogrupo para que solicitase una prórroga del rescate financiero, llamado a concluir el próximo 28 de febrero. Poco antes de las 11 de la mañana, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, anunció a través de su cuenta en la red social estadounidense Twitter y en inglés que “se ha recibido la petición griega para una prórroga de seis meses”.

“Las autoridades griegas solicitan la prolongación por un período de seis meses del Acuerdo Marco para la Facilidad de Asistencia Financiera [denominación técnica del rescate]”, concedía la carta del Gobierno griego, firmada por su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, tras varios días de resistirse a cursar esa petición.

La misiva de Varufakis fue recibida con subidas en los mercados, que apuestan desde hace días por un acuerdo europeo para evitar una debacle financiera en Grecia. La alegría bursátil ni siquiera se enfrió cuando solo tres horas después del tuit de Dijsselbloem el Gobierno alemán hizo públicas sus reticencias ante la carta de Atenas.

“Le falta sustancia”, menospreciaron los portavoces de Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas. Y Alemania no está sola; cuenta con el apoyo de países como España, Holanda, Bélgica o Finlandia.

Tsipras llamó ayer
a Merkel para evitar
un choque de trenes

Veredicto final

El veredicto final se espera este viernes, con una reunión de los ministros de Economía de la zona euro en la que varias delegaciones, como Francia e Italia, y la Comisión Europea, consideran que la carta de Varufakis es una buena base para prolongar el rescate hasta el próximo 31 de agosto y renegociar mientras tanto las condiciones exigidas a Atenas. Incluso en Berlín surgieron voces a favor de dar una oportunidad al diálogo. “Estoy a favor de que no nos precipitemos a la hora de decir que sí o que no. Mi consejo es hablarlo”, señaló el vicepresidente del Gobierno alemán, el socialista Sigmar Gabriel.

Pero la cita se prevé explosiva porque el conflicto entre Berlín y Atenas ha derivado en un choque casi personal entre Schäuble y Varufakis. Alemania ya no parece conformarse con que el Gobierno de Syriza respete las normas sino que desea también otro interlocutor con quien negociar el rescate. Figuras prominentes de la CDU, el partido de Schäuble, ya han pedido a Tsipras el cese de su ministro de Finanzas.

Toma y daca grecoalemán

DEUDAS

El Gobierno griego se compromete, en la carta enviada ayer, a pagar sus deudas “a todos sus acreedores” y no solo al BCE y al FMIcomo había indicado hace unos días. Berlín parece conformarse con esa promesa.

DÉFICIT

Atenas reclama una revisión de los objetivos fiscales (3% de superávit para este año) para adaptarlos “a la coyuntura económica actual (en el cuarto trimestre de 2014, el crecimiento volvió a caer el –0,2%). Berlín acepta estudiar la flexibilidad del programa pero solo cuando, a su juicio, Atenas haya confirmado que acta la vigencia del actual programa.

NUEVO CONTRATO

La carta de Varufakis da por supuesto que la prórroga de seis meses debe servir para explorar “un nuevo Contrato de Recuperación y Crecimiento”. Berlín no da eso por seguro.

TERMINOLOGÍA

La semántica también separa a Berlín y Atenas. Alemania quiere que Grecia acepte expresamente los términos “programa” y “Memorándum”, implícitos ya en la carta de Varufakis, pero no mencionados.

Tsipras telefoneó el jueves por la tarde a la canciller Merkel, según confirmaron fuentes oficiales de los dos Gobiernos, en un intento de allanar el terreno para cerrar hoy acuerdo. El Gobierno alemán parece dispuesto a negociar y acepta que el programa de rescate se puede flexibilizar, para dejar cierto margen de maniobra al Gobierno de Syriza. Pero no parece dispuesto a aceptar algunas de las premisas que aparecen en la carta de Varufakis, como la idea de que la prórroga del rescate debe ser solo una especie de transición hacia un nuevo tipo de “contrato” entre Grecia y sus socios.

La presión de Berlín se concretará este viernes en la exigencia de que Atenas cumpla las cinco condiciones marcadas por el Eurogrupo el pasado lunes para proseguir con el rescate: que el Gobierno de Syriza no cambie las medidas del programa de rescate de forma unilateral; que no dé marcha atrás en ninguna de las medidas aplicadas por Gobierno anteriores sin el permiso previo de la troika (CE, BCE y FMI); que se comprometa a pagar todas sus deudas; que se comprometa de manera fehaciente a concluir el programa del rescate; y que se comprometa “a trabajar estrechamente con las instituciones”, es decir, con la troika.

La carta de Varufakis muestra su voluntad de cumplir el programa, de colaborar con la troika y de pagar todas las deudas. Pero guarda silencio o mantiene cierta ambigüedad en cuanto a la posibilidad de adoptar medidas que contravengan los mandatos de la troika o la anulación de las medidas ya adoptadas.

El pasado martes, tras el ultimátum del Eurogrupo, Tsipras anunció que hoy mismo llevaría al Parlamento varios proyectos “sociales”, como un plan para aliviar las deudas fiscales de las familias, que parece incompatible con los dictados de la troika. Syriza también quería paralizar los desahucios en ciertos casos, recuperar la negociación colectiva o elevar de manera progresiva el salario mínimo. El Eurogrupo exige que Atenas se abstenga de adoptar ese tipo de medidas sin cifrar exactamente su coste y sin compensar la factura con recortes en otras partidas.

Grecia dispone de poco margen para resistirse a esas exigencias porque depende financieramente, casi en exclusiva, de la asistencia de sus socios de la zona euro. En los próximos seis meses, Atenas afronta el pago de casi 12.000 millones de euros al BCE y al FMI. Y el Gobierno necesita unos 2.000 millones de euros para llevar a cabo su programa social más urgente. Una encrucijada de la que no puede salir sin llegar a un acuerdo con Berlín... o sin convocar nuevas elecciones.

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