El ladrillo: de la gloria de la burbuja a la segunda fila
Ni la sombra de lo que fue. Así puede resumirse el cambio vivido por las compañías inmobiliarias españolas en los últimos años.De la gloria de los tiempos de la burbuja a una delicada situación actual en medio de cierres, concurso de acreedores y profundas reconversiones. Antes de que estallara la burbuja, el ladrillo llevaban la voz cantante en Bolsa, o al menos llegó a jugar un papel muy destacado. Hoy, ni siquiera hace los coros. Grandes compañías ahora desaparecidas o suspendidas de negociación por haberse declarado en concurso de acreedores, han desaparecido del paisaje bursátil. Este es el viaje del sector inmobiliario español por el parqué desde los tiempos de la burbuja hasta nuestros días.
Metrovacesa es una empresa emblemática de este paso de la gloria a los infiernos del ladrillo. La compañía llegó a valer 13.736 millones de euros en Bolsa. En mayo de 2013 abandonó el parqué tras 72 años. Entonces, BBVA, Sabadell, Popular y Santander lanzaron una opa sobre la compañía a causa de su situación financiera. En su última sesión de cotización, su capitalización bursátil era de 2.233,24 millones, seis veces menos que en sus momentos de mayor esplendor cuando Metrovacesa llegó a ser la primera inmobiliaria española. Actualmente, la entidad financiera presidida por Ana Patricia Botín controla el 55,8% del capital de la empresa tras comprarle a Bankia su participación del 19,8% en diciembre del año pasado.La compañía se dedica al alquiler de edificios de oficinas, centros comerciales y hoteles, sobre todo, en Madrid y Barcelona.
De Inmocaral a Colonial. En 2006, el empresario sevillano Luis Portillo lanzó una opa sobre Colonial desde Inmocaral valorada en 3.700 millones y, una vez en Colonial, adquirió además el 15% de FCC por 1.500 millones y la inmobiliaria Riofisa por 2.000 millones. Tras esas operaciones Colonial llegó a sumar una deuda cercana a los 9.000 millones. Portillo abandonó Colonial a finales de 2007, víctima del pinchazo de la burbuja del ladrillo. La empresa logró su primera refinanciación de la deuda con Juan José Brugera como presidente.
Martinsa Fadesa fue la primera gran inmobiliaria española en presentar concurso de acreedores.Fue en julio de 2008 y, salvando las distancias, su caída fue a la burbuja inmobiliaria española lo que Lehman Brothers al sistema financiero mundial. El solemne aviso de un cambio de ciclo. La empresa presidida por Fernando Martín dio el salto al parqué en 2007. Un año antes, compró Fadesa a Manuel Jové.
Astroc. En pocos meses se convirtió en el valor más famoso del sector inmobiliario y ha pasado a la historia como el mayor exponente de la burbuja inmobiliaria. David Galán, de Bolsa General, recuerda que la compañía presidida por Enrique Bañuelos, estuvo a punto de entrar en el Ibex 35. Enrique Bañuelos llegó a estar entre los más ricos de la lista Forbes. El estallido de la burbuja fue brutal para Astroc que pasó de valer 70 euros a ocho en cuatro meses -en una sóla sesión, en abril de 2007 cayó un 37% en Bolsa- y pilló a miles de inversores.
Expansión internacional. En los momentos más gloriosos de la burbuja inmobilaria, las grandes empresas del sector consiguieron expandirse más allá de las fronteras españolas. Por ejemplo,Metrovacesa compró la francesa Gecina en 2005 por 5.500 millones de euros. En junio del año pasado, la inmobiliaria, ahora controlada por los bancos, se deshizo del 27% del capital de Gecina que todavía conservaba por 1.546 millones. Colonial también se fue de compras por el extranjero en los momentos de esplendor y llegó a un acuerdo con los principales accionistas de la inmobiliaria gala Société Foncière Lyonnaise (SFL) para hacerse con el 100% de su capital por 1.638 millones de euros. Esta filial francesa de Colonial ganó el año pasado 197,7 millones, un 34% más.
Reyal Urbis, suspendida de cotización. Rafael Santamaría acordó con Banesto la compra de Urbis en 2006 por más de 3.000 millones. El empresario sigue hoy al frente de Reyal Urbis, suspendida de cotización desde hace un año al entrar en concurso voluntario de acrredores.