Una economía que recupera el impulso
Los datos de ventas minoristas del pasado mes de diciembre, dados a conocer ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), constituyen una evidencia clara del cambio de tendencia que está experimentando la economía española. El índice de comercio al por menor registró en el último mes del año un incremento del 6,5%, el mayor alcanzado en un mes en la serie histórica, que se inicia en 2003. El dato revela que 2014 se cerró con una buena campaña de Navidad, en la que las ventas cosecharon una tasa positiva por primera vez desde 2006. Una vez corregido el efecto calendario, la estadística arroja un crecimiento del 1% en el año, algo que no se producía desde 2007.
Esta mejora de los datos de consumo no ha ido acompañada de un ritmo similar en creación de empleo. Sin embargo, una vez que la demanda se consolide, el comercio minorista tendrá que aumentar la contratación para poder hacer frente al tirón del consumo. Los indicadores que maneja el Gobierno para este año apuntan hacia ese dirección, al prever que el consumo privado aumentará algo más del 2%. Precisamente ayer, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, adelantaba que la economía podría crecer a tasas cercanas al 3% si el precio del crudo se mantiene en los niveles actuales.
La recuperación del consumo que evidencian los datos de ventas del comercio minorista es una de las señales más significativas de salida de la crisis de la economía española. Mientras la demanda externa ejerció de motor de actividad durante los años de invierno económico, el consumo de las familias se desplomó radicalmente, fruto del aumento del desempleo, el ajuste de los salarios, la caída del crédito y la persistente –y lógica– desconfianza de la población española en el futuro. Los indicadores de la Unión Europea señalan que la confianza económica se situó en enero en su nivel más alto desde marzo de 2007, alimentada por la mejora experimentada entre los consumidores, la industria y el comercio minorista.
Todo ello dibuja un cuadro de coyuntura que no se corresponde con el de un país convaleciente, sino con el de una economía que recupera el tono y acelera motores. La tarea que resta ahora es consolidar ese impulso mediante la eliminación de rigideces y la aprobación de las reformas necesarias para convertir España en una economía preparada para el futuro. Nuestro país precisa de un modelo de crecimiento lo suficientemente potente como para generar los puestos de trabajo necesarios para comenzar a revertir los durísimos efectos de la crisis. No basta, por tanto, con crecer, sino que hay que poner los medios para que ese crecimiento sea fuerte, dinámico y sostenido en el tiempo.