Crisis, incapacidad y absentismo
La virulenta crisis económica que ha sacudido a España en los últimos siete años ha transformado muchos de los comportamientos de los agentes económicos. Los trabajadores han cambiado su actitud ante el mercado de trabajo en buena parte empujados por la presión de la crisis, con menos salarios a cambio de su trabajo y aceptando ofertas con cualificaciones inferiores a las que tienen. Pero ha cambiado también los niveles de absentismo (ausencia voluntaria no justificada del trabajo) y absentismo simulado (ausencia encubierta), tanto por el estrechamiento del control del empleador, público o privado, como por temor del empleado a medidas disciplinarias. Cuantificarlo es muy complicado, pero el descenso de horas perdidas por incapacidad temporal es una señal explícita de un menor uso o abuso de las bajas, tanto las reales como de las simuladas, que pueden ser absentismo.
Los cambios normativos en las Administraciones públicas, donde se alojaban los mayores niveles de ausencia no justificada del trabajo, han sido muy efectivos y han corregido buena parte de las situaciones de abuso. En el sector privado también ha cedido, pero deben ser los sindicatos los arietes que corrijan los excesos de este tipo de comportamientos, que no son otra cosa que un escarnio a los millones de ciudadanos sin empleo.