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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa ante el dilema griego

Los mercados vivieron ayer con calma la victoria de Syriza en Grecia. Salvo en Atenas, donde la Bolsa cayó un 3,2% y la prima de riesgo volvió a repuntar, los parqués descontaron un triunfo anticipado por las encuestas y que, por tanto, no provocó excesiva sorpresa. Además de los pronósticos que sirvieron de antesala al triunfo de la coalición de izquierda, el ambicioso programa de compra masiva de deuda pública anunciado el pasado jueves por el Banco Central Europeo (BCE) terminó de ahuyentar la inquietud por los resultados de los comicios. El apoyo del banco central, que resulta esencial para neutralizar el temor a un posible efecto contagio en Europa, se sumó al convencimiento de los inversores de que el nuevo Ejecutivo de Grecia podrá llegar a un acuerdo razonable con las autoridades europeas sobre la reestructuración de la deuda del país. Hace solamente dos años, en plena crisis de deuda soberana y con el euro agrietado, un vuelco político del calibre del vivido en Atenas habría abierto la puerta hasta a una posible salida del país de la zona euro. Hoy esa posibilidad no se plantea, no solo por la mayor fortaleza de una Europa que no tiene tantos frentes abiertos como entonces, sino porque tanto Atenas como Bruselas son conscientes de que una salida de la moneda única no beneficiaría a ninguna de las partes. Pese a ello, la postura de la eurozona no parece que vaya a ser tan flexible como Syriza pretende. La reunión celebrada ayer por el Eurogrupo, los ministros de economía de la zona euro, se saldó con el acuerdo de abrir un proceso negociador con Atenas sobre el pago del rescate, pero también con una negativa a la posibilidad de condonar parte de la deuda.

La hoja de ruta diseñada por el Eurogrupo para afrontar el futuro financiero de Grecia incluye una segunda prórroga técnica al rescate, que expira el 28 de febrero, de forma que el país pueda disponer de oxígeno al menos hasta el verano. Con esa relativa tranquilidad llegará Alexis Tsipras, como nuevo primer ministro de Grecia, a la próxima cumbre europea, el 12 de febrero, donde se encontrará con Angela Merkel y probará la firmeza del escollo alemán. Como ocurrió durante los rigores de la crisis de deuda soberana, Berlín rechaza con dureza cualquier acuerdo que implique condonar las obligaciones financieras de los países rescatados. Más allá de esa línea roja, los vientos que soplan en Bruselas parecen favorables a aplicar cierta flexibilidad al calendario de Atenas. Aunque las condiciones del rescate heleno son ya muy favorables, Europa debe ser consciente de que el lastre que arrastra el país mantendrá a Grecia hipotecada durante mucho tiempo y sin posibilidades de alimentar ningún atisbo de crecimiento. El dilema de Bruselas está, por tanto, en elegir entre mantener una Atenas empobrecida y social y políticamente conflictiva o levantar un poco el pie del pedal y dar un respiro al país.

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