El Eurogrupo acepta negociar con Syriza pero sin quita
El azar del calendario ha querido que al día siguiente de las elecciones del domingo en Grecia se celebarara ayer en Bruselas la reunión mensual de ministros de Economía de la zona euro. Y el Eurogrupo abordó de manera inmediata la nueva situación política en Atenas, donde el nuevo Gobierno, encabezado por Alexis Tsipras, reclama una drástica revisión del rescate de Grecia, que tras cinco años de ajustes y 210.000 millones de euros en préstamos no ha logrado que el país se financie por sí mismo.
Como primera medida, el Eurogrupo estudió una segunda prórroga técnica del rescate, que expira el 28 de febrero, para garantizar que Grecia sigue con respiración financiera asistida al menos hasta el verano. Y dejó para más adelante la previsible renegociación del rescate, reivindicada sin ambages por Tsipras durante la campaña electoral que le ha llevado al Gobierno.
La cuenta atrás para esa renegociación empezará en la cumbre europea del 12 de febrero, en la que Tsipras se verá por primera vez como primer ministro con la cancilller alemana, Angela Merkel. Hasta entonces, las instituciones europeas observan con extremada prudencia los primeros movimientos de Tsipras, que ayer dedicó su primer acto oficial a rendir homenaje a las víctimas griegas de un fusilamiento nazi durante la II Guerra Mundial.
“Esperaremos a ver las demandas del nuevo Gobierno y las discutiremos con ellos, como con cualquier gobierno”, contemporizó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, momentos antes de que comenzase la cita del Eurogrupo (ministros de Economía y Finzas de la zona euro). Jeroen Dijsselbloem, ministro holandés de Finanzas y presidente del Eurogurpo, también señaló que “estamos abiertos al diálogo” con Atenas.
Bruselas se esforzaba así por intentar demostrar que la histórica victoria electoral de Syriza en Grecia forma parte de la normalidad democrática y no altera en absoluto la agenda de la Unión Europea. Pero la llegada al poder de Alexis Tsipras, que a las cuatro de la tarde tomó posesión en Atenas como primer ministro, obliga a la UE y, sobre todo, a la zona euro a convivir con un gobierno de izquierdas que cuestiona abiertamente las recetas dictadas por Bruselas.
Ante ese desafío, la primera respuesta europea ha sido la de su disposición al diálogo. Pero tras esa oferta, la zona euro se ha apresurado a descartar una condonación de la deuda, como ha planteado Syriza durante la campaña electoral. “Para Alemania esa es una línea tan roja que parece casi negra”, explicaba ayer gráficamente una fuente europea.
En la posición más dura con Atenas figuran, además de Alemania, Holanda y Finlandia, como ha sido habitual desde el comienzo de la crisis. “Nadie obliga a nadie a hacer nada, pero los acuerdos se hacen para cumplirse”, advirtió el ministro alemán de Finanzas, Wolfgag Schäuble, en relación con las condiciones del rescate pactadas con el gobierno griego saliente de Antonis Samaras.
España también se alineó ayer con ese bando, en lo que parece ser un movimiento más preventivo contra Podemos que de castigo contra Grecia. El ministro español de Economía, Luis de Guindos, recordó que “ya hemos mejorado cuatro veces las condiciones de los préstamos a Grecia” y subrayó que España ha hecho un esfuerzo de solidaridad “de 26.000 milllones de euros, lo mismo que nos cuesta la cobertura anual de paro en nuestro país”.
En el extremo opuesto se situaron ayer Francia e Italia, gobernadas por partidos socialistas pero que han acogido la victoria de Syriza como si fuera propia. El presidente francés, François Hollande, invitó de inmediato al nuevo primer ministro griego a visitarle en el Elíseo y su ministro de Finanzas, Michel Sapin, elogió en Bruselas el talante de Syriza. “Durante la campaña ya han demostrado que son responsables y no han planteado ni una salida del euro ni una ruptura con los Tratados [ de la UE]”, subrayó el ministro francés.
Sapin también señaló, en un aparente gesto de crítica a las recetas de la troika y de Berlín, que “si Syriza ha ganado es porque Grecia ha perdido en cinco años el 25% de su PIB y ese sufrimiento no hay pueblo que lo soporte”.
Más allá de los matices, sin embargo, las posturas de Berlín y París sobre Grecia no parecen ser irreconciliables. Y en los dos bandos, todos los países, incluidos los más duros, aceptan la posibilidad de mejorar las condiciones del rescate de Grecia, tanto por la vía financiera (con prolongación de los plazos de reembolso) como por vía presupuestaria (reduciendo el ritmo de consolidación fiscal).
Fuentes europeas aseguran que el margen de mejora es escaso, porque Grecia ya cuenta con condiciones muy favorables que le han permitido aplazar el pago de intereses hasta 2022 y no empezar a pagar el principal hasta 2023. En consecuencia, añaden esas fuentes, el servicio de la deuda resulta llevadero para Atenas.
Pero a pesar de esas ventajas, Grecia destina el equivalente al 4,3% de su PIB a pagar los intereses de su deuda, algo menos que Portugal (5%) pero mucho más que Alemania (1,9%), Francia (2,2%) o España (3,3%). Syriza considera además que el lastre de la deuda acumulada (175% del PIB) disuade a los potenciales inversores y condena al país a un círculo vicioso que le impedirá indefinidamente volver al mercado.
Para rebajar el peso de esa deuda, Atenas reclama la suspensión indefinida de los pagos, para supeditarlos a que el país recupere un determinado nivel de crecimiento real del PIB. Se trata de una fórmula que ya se ha utlizado pero a la inversa: en la reestructuración de 2011, Atenas se comprometió con los bonistas a aumentar el rendimiento a partir de cierto nivel de crecimiento.
La segunda medida de apoyo a Atenas podría llegar relajando los objetivos de déficit publico, para conceder margen de maniobra al nuevo gobierno de Syriza que le permita financiar su programa de ayuda social, valorado en 12.000 millones de euros.
El Eurogrupo de ayer, de momento, no apostó ni cerró ninguna de las vías de alivio, salvo la de una reestructuración total de la deuda. “El objetivo común es lograr que Grecia vuelva a tenerse de pie”, señaló el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. “Para lograrlo, puede haber diversos medios”, añadió.
Zanahoria de 40.000 millones para que siga el rescate
Syriza no se plantea la ruptura unilateral con la zona euro pero se resiste a seguir con el rescate. En ese regateo Bruselas dispone de importantes recursos financieros con los que convencer al nuevo Gobierno de la conveniencia de seguir cumpliendo el Memorándum firmado, aunque se puedan revisar las condiciones. La zanahoria supera los 33.000 millones de euros de euros, que Grecia perderá si no llega a un acuerdo con la zona euro antes del 28 de febrero. La Comisión Europea, además, se muestra dispuesta a añadir otros 10.000 millones de euros si Atenas respeta lo pactado.
Del segundo rescate, aún quedan disponibles 1.800 millones de euros, cuyo desembolso se paralizó el año pasado por las discrepancias entre la troika (CE, BCE, y FMI) y el gobierno griego de Antonis Samaras.
El fondo de rescate de la zona euro (FEEF), dirigido por Klaus Regling, puede liberar esa partida tan pronto como Atenas y la zona euro resuelvan sus diferencias.
Grecia, además, tiene todavía disponibles 11.000 millones del FEEF para la recapitalización bancaria. Si el rescate continúa, Atenas no solo podría disponer de ese dinero sino que Bruselas, según fuentes europeas, podría permitir que se destinara a otro fin, previa revisión del acuerdo.
La continuación del rescate también permitiría a Atenas seguir recibiendo financiación del Fondo Monetario Internacional, cuya línea de crédito no expira hasta marzo de 2016 y en la que hay un remanente de 16.000 millones. Sin la cobertura de la zona euro, el FMI_podría cancelarla ante el evidente riesgo de impago.
Por último, Atenas tiene pendiente de cobro en el Banco Central Europeo y en los bancos centrales nacionales hasta 3.800 millones de euros derivados del beneficio de la compra de bonos griegos, cuya ganancia se traspasa íntegra a Atenas. Ese traspaso está parado a falta del acuerdo con Atenas.
Todo ello parece esencial para un país que, como señaló ayer el ministro español de Economía Luis de Guindos, necesita la ayuda de sus socios europeos “para pagar las pensiones, a los funcionarios o el gasto sanitario”.