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Columna
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Arabia Saudí busca confianza

No importa lo bien planeada que esté, la sucesión siempre trae incertidumbre. Un heredero claramente identificado implica que es poco probable que la muerte de del rey de Arabia Saudí, Abdalá, su gobernante efectivo durante 20 años, desestabilice al mayor productor de crudo del mundo. Sin embargo, el cambio puede ser suavizado por el aumento del gasto público. Eso podría ensombrecer la nueva y audaz política petrolera del reino.

El longevo y enfermo rey ha sido reemplazado por su hermano Salman, de 79 años de edad. El nuevo gobernante ha nombrado a su hermano, el príncipe Muqrin, de 69 años, como nuevo príncipe heredero.

Con la muerte de Abdalá, Arabia Saudí ha perdido a un campeón de la reforma social y económica –según los estándares locales–. Frenó el gasto real y mejoró los limitados derechos de la mujer en la cara de las facciones internas más conservadoras. La llegada del país a la Organización Mundial del Comercio en 2005 impulsó una ola de privatización.

La prioridad inmediata del nuevo rey será apuntalar la confianza interna. Un indicador clave es el mercado de inversores minoristas. El índice local ha caído un 17% en los últimos tres meses, con un rendimiento inferior al de otros índices de la región, por la preocupación de los inversores por la sucesión real y por la caída de los precios del petróleo, situado ahora por debajo de 50 dólares por barril.

La respuesta de Arabia Saudí a la incertidumbre ha sido por lo general gastar más. Después de que la Primavera Árabe acentuara el malestar a sus puertas en 2011, el país se comprometió a impulsar el gasto público en alrededor de 130.000 millones de dólares (unos 115.000 millones de euros).

El nuevo rey de Arabia Saudí puede darse el lujo de un impulso al gasto público. Sin embargo, si un mayor gasto por sí solo no puede aumentar la confianza interna, la tolerancia de Arabia Saudí con un petróleo más barato puede verse cuestionada.

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