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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un capital que no se puede desperdiciar

La rápida penetración de la sociedad de la información en España constituye un hecho indiscutible. Las cifras que arroja el último informe sobre la Sociedad de la Información de Fundación Telefónica, presentado ayer en Madrid, son suficientemente elocuentes respecto a la magnitud e importancia del fenómeno. La sociedad española es ya la más conectada de Europa. Unos 26 millones de ciudadanos acceden regularmente a internet, de los cuales algo más de 20 millones lo hace a diario. Ocho de cada diez teléfonos móviles son smartphones –España es líder europeo en penetración de este tipo de dispositivos– y el 78% de los usuarios lo son de forma intensiva. El uso masivo de contenidos y aplicaciones es otra realidad que ha superado todas las expectativas. En nuestro país hay 23 millones de usuarios activos de aplicaciones, lo que se traduce en 3,8 millones de descargas diarias y en unos ingresos por banda ancha móvil que han superado ya a los de la banda fija. El crecimiento del segmento de internet móvil ha sido exponencial: solo en 2004 se sumaron cuatro millones más de usuarios que en el año anterior. Todos estos datos retratan a una sociedad plenamente incorporada a las nuevas tecnologías y con capacidad para aprovechar las innumerables ventajas que estas ofrecen. Se trata de un proceso que ha requerido un esfuerzo inversor muy notable por parte del sector privado, como recordaba ayer el ministro de Industria, José Manuel Soria, durante la presentación. Soria reconoció los importantes recursos dedicados durante el último año a las nuevas redes y advirtió de algo que resulta especialmente cierto en un mercado tan innovador como este: el hecho de que si ese esfuerzo no se mantiene en 2015, lo realizado hasta ahora “no servirá de nada”.

Como recordaba ayer el presidente de Telefónica, César Alierta, la operadora ha sido un elemento crucial en la implantación de la banda ancha en España y ha realizado fuertes inversiones en ese segmento. A la espera del reglamento sobre la Ley General de Telecomunicaciones, que verá la luz este año, Alierta ha pedido una vez más una regulación equitativa para el sector de las telecos en Europa que imponga obligaciones no solo a las operadoras, sino también a los proveedores de contenidos y fabricantes de dispositivos. La reivindicación de Telefónica se suma a la de otras operadoras europeas, que aspiran a unas reglas del juego que ayuden al Viejo Continente a situarse a la altura de Estados Unidos y, sobre todo, que no penalicen a las compañías que invierten en este sector. Se trata de una reivindicación justa y razonable, pero también de una necesidad estratégica para la economía europea y española. En ese sentido, la penetración de las nuevas tecnologías en España es un capital clave que no podemos desperdiciar.

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