Los Miura lanzan su primera colección de relojes de alta gama
De momento, los cronógrafos solo se comercializan a través de su tienda online Tienen un precio de 1.950 euros y cuentan con detalles taurinos
La casa familiar de Javier García Miura (Madrid, 1961), donde nació, se ha convertido en el estudio de donde partió la idea y el diseño del lanzamiento de los primeros relojes de la emblemática ganadería Miura. El amplio piso en el centro de Madrid cuenta con una decoración elegante y de gustos clásicos. En sus paredes cuelgan decenas de fotos históricas en blanco y negro, recuerdos de este apellido de criadores de toro de lidia. Son imágenes de parientes a caballo, en el campo, en la feria de abril de Sevilla y también algunas dedicadas por aristócratas como Sol Fitz James Stuart e incluso del rey Alfonso XIII en un tentadero.
Detalles taurinos
Los dos socios de Miurawatches crearon el reloj mecánico que tenían en mente ayudados por diseñadores de una manufactura suiza. Además de en España, creen que tendrá éxito en países de Latinoamérica donde la ganadería Miura cuenta con muchos seguidores.
En la mano, la pieza se percibe robusta y de caja ancha. “Se trata de un cronógrafo sumergible de estilo clásico y con toques deportivos”, lo describe Javier García Miura, presidente de la firma. Además, cuenta con detalles como tributo a la ganadería Miura. Visto de perfil, la imagen simula la testuz de un toro. En el bisel, además de la inscripción con el año de fundación de la ganadería (1842), aparece la leyenda Swiss Made.
En una de las pequeñas esferas está grabado el hierro de sus astados: una A con dos asas. Las dos manecillas simulan ligeramente unas banderillas, y en la circunferencia exterior, las horas se marcan recordando el número de los tendidos de una plaza. Además, se añade un certificado firmado por los ganaderos Eduardo y Antonio Miura, y un estuche de piel realizado en Ubrique (en verde y grana, como los colores de la divisa).
El especial cuidado de los detalles que los socios querían del cronómetro ha costado un año de trabajo en la fábrica suiza. “Hemos buscado la excelencia”, cuenta García Miura. Eso les ha llevado a poner doble cristal de zafiro, dos correas de piel, una revisión gratuita a los 30 meses y una garantía de estanqueidad.
El atelier, donde García Miura pasa parte de su tiempo en Madrid, es una antigua habitación de uno de sus hermanos, la más luminosa de la casa, pues asegura que necesita el sol después de acostumbrarse a la luz en sus fincas agrícolas. En este estudio ha diseñado las piezas, junto a su socio Luis Cangas.
“Somos dos apasionados de los relojes. Siempre hablábamos de cómo nos gustaría que fuesen. Hasta que decidimos intentarlo. Coincidimos en hacer un reloj suizo, de alta gama y con pocas unidades a la venta”, recuerda. Después de tres años de meticuloso diseño han lanzado la colección Zahariche, con el nombre de la finca donde pasta la ganadería Miura en Lora del Río (Sevilla). Se compone de una serie limitada de 100 unidades en dos versiones, con esfera blanca o negra a un precio de 1.950 euros. De momento, los cronógrafos solo se comercializan a través de su tienda online, aunque pronto estarán disponibles “en muy pocas joyerías elegidas por su exclusividad”, asegura. La marca se pone como objetivo llegar hasta los 650 relojes de venta este año en varias ediciones.
Sobre su funcional escritorio descansan varias muestras de su cronógrafo, un ordenador, una lupa, un martillo del que se sacan otras herramientas como matrioskas, revistas de relojes y un candado antiguo, como pisapapeles, de la casa de su bisabuelo. El despacho está forrado de arriba abajo con una docena de estanterías repletas de libros, fundamentalmente novela, de historia y arte, ya que este empresario es un amante de la lectura. Uno de sus más preciados es una vieja edición sobre Pedro I, que le costó ocho años encontrar.
La vida laboral de este empresario comenzó en una casa de subastas de arte, alejada del mundo taurino. De aquella época conserva en su estudio varios grabados de Picasso. Pero apenas con 20 años tuvo que compaginarlo con la gestión de las fincas agrícolas de su familia en Sevilla, por lo que pasa gran parte de su tiempo en el campo. “Me hice agricultor muy de joven. Aprendí sobre el terreno y con cursos intensivos”, relata.
García Miura es primo de los actuales propietarios de la ganadería, Antonio y Eduardo Miura, la quinta generación, con quienes ha negociado los derechos para el uso del apellido en joyería y relojería. Este hierro fue creado en 1842 –fecha grabada en el bisel del reloj– y es una de las de mayor reputación en el mundo taurino.
Además de la relojería, la cocina, el esquí y la vela –deporte en el que ha participado en competiciones internacionales–, es aficionado a la lidia (como no podía ser de otra forma). Según su visión, la excelente renombre que el hierro de Miura se ha ganado a lo largo de décadas proviene de “una selección muy buena de los toros”, entre otras cosas porque tiene un físico más alto, más rápido y grande, “y aprenden rápido”. También le suma “la leyenda trágica”, ya que sus morlacos han matado a muchos toreros como hizo Islero con Manolete. Esa lección de ser selectivo la ha trasladado a los relojes: “Despacio, escasos y buenos”.
En casa, pertenecer a la familia Miura también implicaba una forma de ser: “Lo que mi madre siempre nos ha transmitido son los principios de la vida sencilla, la caballerosidad, la buena fe de las personas, de los valores familiares y nunca del dinero”.