Innovación Social Colaborativa
Por Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de ESADE Business School
Está cambiando el modelo de colaboración entre ONG y empresas para impulsar iniciativas que contribuyan al bien común. Durante años ha imperado una forma de relación conocida como filantrópica. Las ONG solicitaban ayuda económica para llevar a cabo sus proyectos y, si las propuestas eran aprobadas, las empresas aportaban recursos económicos o de otro tipo y recibían la justificación de las actividades y de los gastos realizados.
Este tipo de colaboración filantrópica entre ONG y empresas permite llevar adelante muchas iniciativas sociales y medioambientales que son necesarias y generan claros beneficios para la sociedad. Pero normalmente no aprovechan, en todo su potencial, los recursos más estratégicos que ambas partes pueden poner en común para generar alto impacto social a través de la cooperación.
Progresivamente va tomando forma otro tipo de colaboración, llamada integrativa, en el que la ONG y la empresa protagonizan la iniciativa de manera más equitativa y el compromiso por ambas partes es mucho más alto. Normalmente se articula mediante alianzas estratégicas o a través de la creación conjunta de una nueva entidad para llevar a cabo específicamente la finalidad en cuestión. Otro elemento característico de este modo de colaborar es que la generación de valor está asociada a los activos más relevantes de una y otra parte y que pueden ser de utilidad para la iniciativa a desarrollar.
En el marco del Programa Esade-La Caixa de formación para las ONG estamos analizando y divulgando los principales factores de éxito de diversas formas de colaboración integrativa y, en concreto, de las que permiten generar innovación social. Nos referimos a las que a través de la colaboración entre empresas y ONG promueven el diseño, el desarrollo y la introducción con éxito de nuevos productos, ideas, tecnologías y estrategias que abordan los diferentes retos sociales y medioambientales para los que no disponemos de las soluciones adecuadas.
Un ejemplo de esta innovación social colaborativa es la alianza entre la Cruz Roja y Vodafone centrada en el desarrollo del uso tecnológico para la atención integral de las personas de edad avanzada, personas con dependencia y mujeres víctimas de la violencia de género. Una alianza que ha cristalizado en la creación de la Fundación Tecnologías Sociales, promovida por las dos entidades, y con una larga trayectoria en aportar soluciones tecnológicas -en la actualidad principalmente a través del teléfono móvil- que fomentan la autonomía personal de los colectivos citados.
Otro ejemplo de ello es la alienza que Grameen Bank, la ONG fundada por Mohamed Yunus, premio Nobel de la Paz, y la empresa Danone pusieron en marcha en Bangladesh. Ambas entidades crearon una empresa social con el objetivo de lanzar un producto alimentario que pudiese ser efectivo para luchar contra la desnutrición que afecta a más del 50% de la infancia de dicho país.
El producto desarrollado, aprovechando las competencias diferenciales de innovación alimentaria de la empresa, fue un yogur de alto valor nutricional y muy bajo coste que subsana buena parte de las carencias nutricionales existentes. Este yogur está siendo comercializado con éxito gracias a la extensa red de mujeres que reciben microcréditos de Grameen Bank para la puesta en marcha y ampliación de pequeños negocios. Se trata de una iniciativa innovadora y sostenible que está contribuyendo de forma significativa a luchar contra la desnutrición y que se basa en la colaboración de dos entidades con perfiles complementarios.
El mundo necesita más innovación social. Si queremos que pueda desplegarse ampliamente y sea cada día más efectiva, hemos de potenciar estas colaboraciones entre ONG y empresas orientadas a aportar novedades y soluciones en beneficio de la humanidad.