Mario Fernández abandona por sorpresa la presidencia de Kutxabank
“Tengo claro lo que hay que hacer”, una manifestación que Mario Fernández ha repetido en público en más de una ocasión, en referencia a la necesidad de abrir el capital del banco para cumplir con las obligaciones normativas al sector financiero. El mensaje que rechinó desde el principio en el mundo político vasco. Desde la oposición frontal de Bildu, el grupo mayoritario en la fundación de la antigua caja guipuzcoana Kutxa, hasta una reciente declaración del lehendakari Iñigo Urkullu, del PNV, en la que se mostró contrario a la privatización de Kutxabank.
Ahí le faltó el aliento a Fernández, que perdía el apoyo del partido que le aupó a la presidencia a través de la caja vizcaína BBK, hoy también fundación.
Desde la fusión
Mario Fernández fue nombrado presidente de BBK para cerrar la fusión conlas otras dos cajas vascas, Kutxa y Vital, y evitar un nuevo fracaso en una operación que tuvo dos intentos anteriores. La creación de Kutxabank superó esa etapa, luego seguida por la transformación de las cajas en sendas fundaciones. Todos esos cambios provocaron fuertes protestas en partidos y sindicatos, sobre todo en los ligados a los nacionalistas de izquierdas.
Fernández y su equipo siguieron, pese al ruido del entorno, haciendo sus deberes. En dos ocasiones, en septiembre de 2012 y en octubre pasado, Kutxabank consiguió la mejor nota en los test de estrés, ratificando su condición como la entidad más solvente de España.
Pero queda otra labor por hacer, quizás la que ha terminado por precipitar la salida de Fernández, que ya había adelantado que no entendía “tanta resitencia al cambio”. El Banco de España obliga a las fundaciones con más del 50% de un banco a crear un fondo de reserva, que en el caso de Kutxabank supone aportar unas dotaciones muy importantes, de casi 700 millones. La fundación BBK controla el 57% del accionariado, la de Kutxa otro 32% y la de Vital un 11%.
Además, el Banco de España entiende que las tres actuaron en concertación, así que la resta para bajar del 50% sería sobre el 100% que suman las fundaciones, lo que complica la opreación.
Esa será la primera tarea de Gregorio Villalabeitia, que el viernes será designado nuevo presidente por la junta de accionistas del banco. Nacido en Barakaldo (Vizcaya) en 1951, tiene un perfil financiero porque ha desarrollado toda su carrera en este sector. Empezó en 1977 en el Banco de Vizcaya y en 1983 pasó a la extinta Caja de Ahorros Vizcaína, embrión de BBK.
Linde y el fondo de reserva marcan el futuro
La dimisión de Mario Fernández al frente de Kutxabank ha puesto de manifiesto las influencias políticas a las que aún sigue sujeta la entidad vasca, que encuentra fuertes obstáculos para abordar cualquier proyecto que pase por la búsqueda de inversores privados, más aún si se trata de una salida a Bolsa. Las injerencias políticas estuvieron en el origen de la aguda crisis de las cajas de ahorros, de la que por otra parte Kutxabank ha salido sobradamente airosa como el banco más solvente del país. Sin embargo, todavía está pendiente la aplicación de una de las exigencias que impueso Bruselas a cambio del rescate al sector, la creación de un fondo de reserva para las fundaciones bancarias –las antiguas cajas– cuando controlan más del 50% del capital del banco al que volcaron su negocio.
Las cajas vascas han protestado contra esta exigencia y defienden que su posición en Kutxabank no es concertada, lo que las libraría de tener que dotar un fondo de 700 millones o, como alternativa, a rebajar del 100% a menos del 50% su peso en Kutxabank. Una opción que pasaría por salir a Bolsa y que tampoco es del deseo de las fundaciones. Desde el Banco de España recuerdan que BBK, Kutxa y Vital deberán demostrar con argumentos jurídicos que no tienen una posición concertada en Kutxabank, una tarea difícil a la vista de los últimos acontecimientos. Y si el organismo no acepta su petición, la suerte estará echada para el sucesor de Fernández. La decisión que tome el Banco de España sobre los términos del fondo de reserva será determinante por tanto para el futuro de Kutxabank y para terminar de completar de forma definitiva, o no, el proceso de despolitización de las cajas
