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Tribuna
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Nueva reforma fiscal del ahorro... y no será la última

En un entorno como el actual, en el que el ahorro a largo plazo para jubilación va a ser tan necesario, el Gobierno aprobó la reforma fiscal con medidas que van a tener repercusión en este.

Esta reforma se debería haber planteado bajo criterios eficientes de incentivación del ahorro a largo plazo y sobre todo de neutralidad entre los diversos instrumentos existentes y, lo que es más importante, dotando al ahorro en general y al ahorro a largo plazo en particular de un marco de tributación que se mantenga estable y permita a los ciudadanos tomar sus decisiones bajo parámetros que se mantengan en el tiempo. Sin embargo, las medidas que se han planteado son insuficientes y no van a generar incentivación por el ahorro y mucho menos por el ahorro a largo plazo, por lo que es de esperar que en el futuro surjan nuevas medidas y cambios.

Pero, ¿por qué es necesaria la incentivación del ahorro a largo plazo? Si consideramos que, en los últimos años, el sistema público de pensiones ha sufrido cambios paramétricos y de estructura que finalmente garantizarán su sostenibilidad financiera, pero tendrán su impacto a la baja en la cuantía de las pensiones públicas que recibiremos los ciudadanos una vez jubilados, la pregunta sería: ¿cómo vamos a cubrir ese déficit de ahorro para la jubilación si queremos mantener el nivel de vida previo a esa etapa?

Tengamos en cuenta que España es un país en el que tradicionalmente no ha existido actitud de ahorro financiero para jubilación; el grado de protección del sistema público de pensiones del que ha gozado España hasta ahora ha sido de los más altos de la OCDE; y la esperanza de vida en España es de las más altas del mundo.

En este contexto surge la nueva reforma fiscal con medidas que afectan a nuestra capacidad de ahorrar de manera positiva, como es el hecho de que la reforma contemple la reducción de los tipos de gravamen de la escala general y de la del ahorro. Sin duda, estas medidas permitirán incrementar el neto disponible de las familias, lo cual es una buena noticia.

También es positiva la introducción, para contribuyentes mayores de 65 años, de una nueva exención para las ganancias patrimoniales derivadas de la transmisión de cualquier bien de su patrimonio si el importe obtenido, con un máximo de 240.000 euros, se destina a la creación de rentas vitalicias.

Sin embargo, la reforma fiscal no incorpora medidas que incentiven el ahorro a largo plazo y ha introducido otras negativas. Una de ellas es el establecimiento del límite fijo, para cualquier edad, de 8.000 euros para los planes de pensiones. Esta medida tendrá un efecto negativo en las personas con edades cercanas a la jubilación y que necesitan ahorrar para complementar la pensión pública.

Si a esto le unimos el que podrá disponerse anticipadamente de las aportaciones a planes de pensiones que tengan más de 10 años de antigüedad, así como de los rendimientos generados por estas, el panorama no puede ser más contradictorio.

Aunque podría entenderse que la posibilidad de rescate de los planes de pensiones a partir del año 10 podría incentivar su contratación, no hay que olvidar la baja actitud hacia el ahorro financiero a largo plazo de nuestro país que podría derivar en rescates de este ahorro para destinarlo a otras finalidades distintas de complementar la pensión de jubilación.

Hubiera sido más razonable, en su caso, incrementar el número de supuestos de disposición anticipada ya que el ahorro para la jubilación es una protección que deberíamos ir generando para poder mantener nuestro nivel de vida cuando nos jubilemos.

La reforma también introduce un nuevo instrumento cuyo objetivo sería potenciar el ahorro a medio y largo plazo entre los pequeños y medianos ahorradores y que, sin duda, carece de las características necesarias para considerarse ahorro a largo plazo. Los nuevos Planes de Ahorro 5 permitirán disfrutar de exención de los rendimientos generados si la inversión se mantiene un mínimo de cinco años. No parece que sea un largo plazo.

Si esta reforma se aprueba definitivamente en los términos del proyecto de ley, seguiremos contando con un sistema ineficaz en cuanto a la incentivación del ahorro y del ahorro a largo plazo y en el que el tratamiento fiscal depende del instrumento elegido, lo cual dificulta de manera notable la elección del producto adecuado para los ciudadanos. Serán necesarias nuevas reformas que acometan muchos temas que se dejan sin resolver.

Ignacio Izquierdo es CEO de Aviva.

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