Tecnología, agenda digital y gobernanza pública
Por Oscar Cortés, presidente del Club Dirección Pública ESADE Alumni en Madrid
La tecnología es hoy un elemento esencial en nuestras vidas. Seamos o no conscientes de ello, lo cierto es que desde que empezamos el día hasta que lo terminamos los dispositivos tecnológicos – el smartphone, el principal de todos ellos- nos permiten estar informados y conectados de forma sencilla y a un coste relativamente bajo. La tecnología se ha convertido por tanto en una commodity al alcance de una parte muy importante de la población -mayores, adultos y jóvenes- induciendo nuevos hábitos y alterando las pautas de comportamiento de ciudadanos y consumidores.
La tecnología impacta en las dinámicas sociales pero también es un driver que afecta a las estructuras económicas. Fenómenos como la globalización no se conciben sin la eclosión de los avances tecnológicos asociados al nacimiento de Internet. Surgen nuevos nichos de mercado, la posibilidad de ofrecer productos y servicios a un abanico más heterogéneo de clientes a un menor coste. Gracias a la tecnología las organizaciones pueden relacionarse de una manera más estrecha con sus clientes, incorporarles a sus procesos y ser más eficientes y competitivas en la creación de valor.
Con estos ingredientes es deber irrenunciable para los Estados situar en su agenda de políticas públicas todo aquello que tenga que ver con el impulso a lo digital. Así nació la conocida como Agenda Digital, estrategia pública destinada al fomento de la sociedad de la información cuya última versión para el periodo 2013-15 fue aprobada por el Gobierno en el marco de los objetivos de la Agenda Digital para Europa en 2015 y 2020.
Son varias las líneas estratégicas que la Agenda Digital pretende impulsar a través de un amplio paquete de planes de acción dotados de sus correspondientes partidas presupuestarias: despliegue de infraestructuras TIC de nueva generación, impulso a la economía digital y al I+D+i, promoción de la confianza en lo digital, reducción de la brecha tecnológica a través de la inclusión y la alfabetización y el desarrollo de una Administración y servicios públicos digitales.
La tecnología dispone de energía potencial infinita para transformar, también la Administración pública. La apuesta en este sentido es decidida por la necesaria mayor eficiencia en el gasto público. El proyecto CORA, la reforma de la Administración promovida por el gobierno central, nace precisamente para atender el vector de la eficiencia y apuesta por la digitalización de servicios públicos y las TIC como instrumento de reinvención interna.
Son muchas las iniciativas de CORA en términos de simplificación, racionalización de procedimientos en diferentes áreas de “negocio” en la Administración. Pero a los proyectos debe dotarse de estructuras organizativas adecuadas que los hagan posibles de forma eficaz y eficiente. En ese sentido es novedoso el nuevo modelo de gobernanza TIC para la Administración General del Estado aprobado hace unas semanas, un modelo que permite sentar unas bases sólidas con las que empezar a trabajar.
Se ancla al más alto nivel en un Comité de Estrategia TIC y una Dirección TIC, con peso orgánico sustancial – rango de subsecretaría –, que se constituye como el órgano de impulso que engloba tres competencias clave: el desarrollo de la Administración digital, la orientación y ejecución de una estrategia TIC vinculada a la estrategia global del gobierno y por último la racionalización del uso de los recursos informáticos.
Un nuevo modelo de gestión de lo digital cuyos efectos sin duda habrá que seguir de cerca en el futuro.