Capitalización bancaria y crecimiento
Los mercados financieros tuvieron ayer la reacción esperada a los resultados de los test de estrés realizados a la banca en Europa: premiaron a los saneados y capitalizados y castigaron a aquellos que siguen necesitando recursos propios para afrontar escenarios de crisis. La banca española registraba primero fuertes avances en la Bolsa, con excepción de Liberbank, mientras que los inversores vendían la banca italiana, a la vez que las autoridades bursátiles transalpinas suspendían la cotización de algunas entidades y prohibían operaciones a corto en descubierto, una vieja operativa ya suspendida en varias ocasiones. Pero la irrupción de datos poco optimistas de la confianza empresarial en Alemania, primero, y una interpretación pesimista de la victoria de Dilma Rousseff en las elecciones de Brasil dieron la vuelta a los mercados en Europa, hasta el punto de que la jornada se saldó con pérdidas en todas las plazas y ya con visiones corregidas sobre la banca.
A la postre, el crecimiento económico sigue teniendo un peso específico mucho más determinante en la interpretación de los mercados de las cotizaciones bancarias que un balance francamente bueno de las pruebas de resistencia. Si los test de estrés son condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento y la circulación del crédito, tampoco lo son para lograr el respaldo de los inversores a la situación de la economía. Hay que recordar que los mercados financieros funcionan como si de uno solo se tratase, con un componente de globalidad desconocido hasta ahora, y que todo acontecimiento, en cualquier parte del planeta, puede desatar una oleada de ventas que neutralice los efectos positivos de acontecimientos locales.
Por ello hay que relativizar para el medio plazo el papel dinamizador de la banca sobre el crecimiento. La banca no ha concluido su ejercicio de capitalización y saneamiento de los balances, pese a ser muy notables los esfuerzos realizados en los últimos trimestres para alcanzar niveles de solvencia realmente a prueba de bombas. En los años venideros entrarán en vigor nuevas exigencias de liquidez y límites de apalancamiento impuestos por Basilea que tendrán a las entidades financieras en primer tiempo de saludo financiero de forma continua y que encarecen para el capital la obtención de retornos.
Varios responsables bancarios, en España sin ir más lejos, han alertado sobre el exceso de regulación financiera surgida con la crisis, que en buena parte neutraliza las facilidades proporcionadas por la política expansiva de tipos de interés y provisión monetaria. No admite discusión que cuanto más capitalizada esté la banca se sentirá más musculada para movilizar la economía; pero las autoridades deben medir con tino los niveles de regulación y exigencia para no traspasar los límites que hagan completamente inviable el negocio de captar ahorro y conceder crédito.