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Rajoy no sueña con Europa

O el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no tiene una visión a largo plazo de Europa o, como tantas otras cosas, se la reserva para sí mismo.

A Rajoy le ha correspondido este año pronunciar el discurso de apertura del curso académico en el Colegio de Europa en Brujas, un centro del que han salido decenas de altos funcionarios de la UE.

"Basta repasar la lista de quienes me han precedido para comprender el honor que me han concedido al permitirme intervenir ante esta institución", arrancó Rajoy su discurso ante los alumnos de la promoción 2014-2015 (313 en total, 32 de ellos españoles).

Basta también repasar los discursos de años anteriores para percatarse de que el de Rajoy no quedará en los anales de quienes aprovecharon su visita a Brujas para intentar esbozar la Europa del futuro, fuera en una dirección u otra.

Profesores y alumnos de Brujas saben, sin necesidad de que Rajoy se lo recuerde, que España es un país europeísta. Que la zona euro atravesó una crisis muy grave entre 2010 y 2012. O que España estuvo al borde del rescate. Tal vez no sabían que ayer se publicó la Encuesta de Población Activa (EPA) en España. Pero parece dudoso que fuera el mensaje que esperaban escuchar de boca de un presidente de Gobierno.

Algunos de los alumnos de Brujas probablemente ocupen dentro de unos años altos cargos en el sector público o privado. Rajoy podía haber aprovechado para darles su visión o la posición de España sobre asuntos que marcarán el futuro a corto y medio plazo de la UE, como la posibilidad de que el club pierda alguno de sus miembros (¿Reino Unido? ¿Hungría?), sobre la mutualización y/o reestructuración de la deuda de la zona euro; sobre la revisión del mandato del Banco Central Europeo, para refinar con crecimiento y empleo el objetivo de inflación; o sobre la estructura institucional (tamaño de la Comisión, papel del Parlamento) un tema que puede espantar a cualquier audiencia salvo a la del Colegio de Brujas.

Rajoy, en cambio, optó por un discurso ceñido a la actualidad y cuya vigencia será cuestión de semanas o meses. O de horas en el caso más efímero, como los datos económicos que dio sobre el tercer trimestre de 2014.

La intervención del presidente combinó frases pensadas para los informativos televisivos del día, reproches nada subliminales contra el actual presidente de la Generalitat y reivindicaciones concretas sobre energía para la cumbre europea en Bruselas a la que asistió tras la ceremonia de Brujas.

Casi todo demasiado coyuntural, doméstico y de corto plazo. Solo en el terreno energético dio más detalles Rajoy para proponer que España se convierta en una plataforma de reexportación de gas magrebí que permitiría a los países del Este reducir su dependencia del gas ruso.

Los mensajes europeos fueron demasiado conocidos ("debemos avanzar hacia una mayor integración económica, que ha de ir de la mano de una mayor unión fiscal y política"), demasiado pegados a la agenda ("España apuesta por un acuerdo [de libre comercio con EE UU] sólido y fructífero") o demasiado vagos ("debemos reforzar nuestro compromiso con el desarrollo de una Política Común de Seguridad y Defensa").

Hace 29 años, en octubre de 1985, el estrado de Rajoy lo ocupaba el entonces presidente del Gobierno, Felipe González. España ni siquiera era todavía socio de la Comunidad Económica Europea (faltaban dos meses). Aun así, la lectura de aquel discurso muestra la potencia con que ingresaba una España dispuesta a ser motor de la nueva Europa.

González pidió más poderes para el Parlamento Europeo, una mayor politización de la Comisión Europea para evitar que cayera en la burocratización, una cesión progresiva de la soberanía nacional, un sistema de defensa exclusivamente europeo [cinco meses después sería el referéndum sobre la OTAN]...

En una época sin web, el entonces presidente del Gobierno español avisó del retraso de Europa en la transición "de la sociedad industrial o postindustriai a la sociedad cibernética [sic]". Y alertó sobre la peligrosa brecha digital (sin utilizar ese término, todavía no acuñado) que se abriría entre los países que se adaptasen a las nuevas tecnologías (que entonces sí eran nuevas) y el resto.

Gran parte de aquel discurso sigue de actualidad, como ocurre con muchos de los pronunciados en Brujas durante 65 años por oradores como Margaret Thatcher, Angela Merkel, Valèry Giscard d'Estaing o José Manuel Barroso. Quizá la diferencia es que muchas de esas personalidades soñaban con Europa (aunque fuera en forma de pesadilla) y a Rajoy no parece quitarle el sueño. "El futuro de Europa está en sus manos, con lo cual yo estoy muy tranquilo", se despidió el presidente de los estudiantes.

Será curioso comprobar el efecto que hace el de Rajoy dentro de unas décadas. Pero parece dudoso que los estudiantes que le han escuchado hoy recuerden dentro de unos años las dos grandes noticias del día compartidas por el presidente del gobierno con ellos: el dato del Banco de España sobre crecimiento económico en el tercer trimestre y la EPA del mismo período. Yo al menos, ya no recuerdo con exactitud esos datos... y solo han pasado unas horas desde el acto celebrado en la iglesia de santa Walburga en Brujas.

Foto: Mariano Rajoy en Brujas (B. dM., 23 octubre 2014).

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