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Columna
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El rival de Rousseff

Un ambicioso programa ha ayudado al candidato presidencial brasileño Aécio Neves a presentar un auténtico desafío a la presidenta Dilma Rousseff. Pero sin más aliados en el Congreso Nacional, su programa de déficits más bajos, crecimiento salarial más lento y precios del gas más altos parece poco realista.

Neves tiene el historial de un candidato honorable. Su abuelo fue el presidente electo Tancredo Neves, un centrista que murió antes de asumir el cargo en 1984. Su partido defendió un programa económico sólido bajo el liderazgo del ex presidente Fernando Cardoso. El propio Neves fue un gobernador sensato para el estado de Minas Gerais entre 2002 y 2010, a pesar de su derroche en un nuevo complejo para la sede del gobierno que lleva el nombre de su abuelo.

Como presidente, Neves afirma que reduciría la demanda de financiación de Brasil consiguiendo un mayor superávit presupuestario primario antes del pago de intereses. También se compromete a no recortar los servicios sociales, aunque aboga por un incremento menor de los salarios mínimos. Eso, señala, ayudará a controlar los pagos de seguridad social, los salarios del sector público y otros gastos vinculados al salario mínimo. Por último, dice que quiere aumentar el impuesto a la gasolina que, aunque ya elevado, parece menos oneroso por el uso generalizado de etanol a base de azúcar como combustible.

Aunque una vez fue una posibilidad remota, Neves está ahora a la par con Rousseff, pese a que las encuestas muestran que ella se ha adelantado ligeramente en los últimos días. Incluso si gana el desempate del 26 de octubre, gobernar será un enorme desafío por la complicada configuración del Congreso. En el mejor de los casos, Neves–y sus planes de austeridad leve– se enfrentarían a un curso político duro. Tal vez mantener la economía brasileña en equilibrio sea todo lo que puede ofrecer.

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