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El Foco
Tribuna
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Vigilancia y control, por favor

Se puede afirmar en general, que cualquier mercado precisa algún mecanismo de garantías y ello ha sido habitual en el caso de los mercados financieros. Desde que tenemos noticias al respecto, la seguridad ha estado presente en el desarrollo de los mercados de transacciones económicas de cualquier clase.

La historia de su evolución nos permite conocer cómo en otras épocas muy lejanas ya en el tiempo se buscaban las intersecciones de los caminos como un lugar idóneo para realizar operaciones comerciales y negocios de todo tipo y no solo por garantizarse un número más o menos elevado de posibles compradores y vendedores, sino también por una mayor dificultad de atracos y una mayor presencia policial lo que suponía un plus de seguridad.

El desarrollo de todo tipo de actividades comerciales hizo necesaria la intervención de la autoridad

Más tarde las lonjas y otras estructuras físicas y organizativas, colaboraron decisivamente a aumentar las garantías de las operaciones. En cierto modo su seguridad.

Con el desarrollo de las actividades comerciales de todas clases, lo que en cierta medida supuso la aparición de las sociedades por acciones, fue necesario que la autoridad interviniera para frenar posibles fraudes y la especulación malintencionada que provocaba situaciones de abuso, por parte de inversores con información privilegiada o la escasa moralidad de actores del mercado, que difundiendo informaciones interesadas conseguían injustos beneficios.

Con el transcurso de los años se ha implantado un sistema legal que trata de proteger a los inversores frente a las amenazas que cada día surgen en el mercado. Pero para completar el esquema es imprescindible incorporar la creación de los organismos reguladores que vigilan el cumplimiento de la normativa.

Además se añaden a este mecanismo las compañías de auditoría que dan fe de las prácticas contables que observan o deben observar las sociedades y de los entresijos contables de las operaciones que se traducen en esa foto que da origen a la veracidad de las cuentas y de los beneficios, que suponen para muchos la finalidad última de una sociedad por acciones.

Ello es muy importante porque el rendimiento que se obtiene a través de dividendos y plusvalías por revalorización, observadas por los inversores, dan origen al flujo de demanda que influye en los precios de las acciones. No cabe la menor duda de que las entidades financieras, que manejan dinero que no es suyo, son una de las instituciones que precisan un mayor control pero no debemos olvidar tampoco a cualquier tipo de sociedad que mantenga sus acciones cotizando en bolsa.

Autoridades económicas y políticas, organismos supervisores, auditores, defensores de los inversores y una larga pléyade de instituciones y personas controlan o tratan de hacerlo las transacciones en los mercados financieros.

Hasta aquí lo que hay y lo que debería funcionar.

Ahora cabe preguntarse cómo es posible que las hipotecas subprime en Estados Unidos, y su contaminación en Europa, se hayan podido crear y difundir descontroladamente, cómo es posible que determinados responsables empresariales manipulen la contabilidad en todos los países del mundo y escondan operaciones de todo tipo sin que los supervisores y los auditores se enteren.

Está demostrado que los encargados de velar por el orden financiero y legal y por la observancia de los principios establecidos no han estado a la altura y han ido detrás de los acontecimientos. Y cabe preguntarse si ello se debe a la proverbial forma de trabajar de ciertos funcionarios, acomodados a una situación pasiva o a otros factores. Porque no se puede dudar de su competencia ni de mala intención, salvo en algún caso de conflicto de interés.

Una posible solución pueder ser disponer de organos externos que asesoren a los supervisores del mercado

¿Por qué siempre van detrás de los acontecimientos?

Multitud de normas regulan operaciones y actuaciones cuando ya se han producido, es más cuando se han convertido en una práctica habitual. Es el caso de la ingeniería financiera que evidentemente va un paso por delante, pero a lo que me estoy refiriendo es a operaciones digamos tradicionales, las de siempre, no a ningún tipo de ingeniería. En materia fiscal hay que reconocer que resulta muy difícil adelantarse a los nuevos productos aunque hay que decir que, en general, la actuación de los supervisores resulta muy lenta , excesivamente burocrática y carece además del factor sorpresa con lo que el infractor dispone del tiempo suficiente para acomodar sus operaciones, disimular actuaciones y manejar de tal manera los asuntos que llegan a garantizarse en muchos casos la prescripción de los hechos por el mero paso del tiempo. Lamentable con mayúsculas.

Los hechos se suceden con cierta periodicidad a lo largo de la historia económica internacional. Si contemplamos con minuciosidad los acontecimientos puede decirse que la historia se repite. Cambian los actores, los escándalos y las malas prácticas se llevan a cabo sobre productos más evolucionados o más sofisticados, si se quiere, aunque en el fondo si cualquier observador se detiene con calma observará que más o menos son los mismos y sus características parejas. Todo sigue un curso parecido y la autoridad supervisora llega tarde.

Quizás dar con la solución no sea sencillo o quizás sí y como en tantas otras ocasiones, la tengamos delante y no la veamos. Algo que podría ayudar a un acercamiento a la realidad del mercado y de las operaciones que en el mismo se llevan a cabo puede consistir en disponer de órganos externos, integrados por profesionales que asesoren a los supervisores y controladores del mercado y así tratar de anticiparse a los acontecimientos que se van a producir en los próximos meses y años y que probablemente ya se están gestando. Estamos hablando de profesionales independientes , con experiencia contrastada, profesionales dispuestos a asesorar en las líneas descritas.

Comprendo la dificultad de este planteamiento donde la cultura imperante es otra bien distinta y quizás más endogámica. Pero no me cabe duda alguna de que quien la adopte, puede marcar el camino de una nueva supervisión y control, nacional e internacional.

No hay que olvidar que la confianza es un aspecto primordial del funcionamiento de los mercados en general y de los financieros en particular y por ello el éxito de su vigilancia y control resulta clave para la economía.

Cecilio Moral es director del Máster en Economía Financiera de ICADE.

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