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El Parlamento Europeo debe ratificar el nombramiento

Cañete logra su objetivo de ser comisario europeo de Energía

Miguel Arias Cañeta celebra su victoria en las pasadas Elecciones Europeas.
Miguel Arias Cañeta celebra su victoria en las pasadas Elecciones Europeas. Pablo Monge

Miguel Arias Cañete, ex ministro de Agricultura y número 1 en la lista del Partido Popular en las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo, asumirá la cartera de Energía (ocupada ahora por el comisario alemán) y la de Cambio Climático (ocupada por la comisaria danesa).

España se había marcado la cartera de Energía como su principal objetivo en el nuevo organigrama europeo, dado que la integración de los mercados energéticos parece llamada a convertirse en una prioridad esencial de esta legislatura (2014-2019). La crisis con Rusia sobre Ucrania ha convertido ese proyecto, postergado desde hace 15 años, en una necesidad urgente.

Para España, la principal ventaja de ese proyecto sería poner fin al aislamiento en el sector eléctrico, para aumentar la capacidad de importación desde Francia, y ampliar la interconexión gasifica, lo que permitiría exportar los excedentes derivados de las plantas regasificadoras y de los dos gasoductos con Argelia.

El departamento de Competencia, ocupado ahora por el vicepresidente Joaquín Almunia, pasa a manos de la ex ministra danesa de Economía Margarethe Verstager, del grupo liberal y alineada durante la crisis con las tesis del ministro alemán, Wolfgang Schäuble.

Francia, con el socialista Pierre Moscovici como candidato, también ha conseguido su objetivo de hacerse con la cartera de Asuntos Económicos, ocupada durante los últimos años por el liberal finlandés Olli Rehn. París no oculta su intención de imponer una interpretación más flexible del Pacto de Estabilidad.

El equilibrio será difícil porque París admitió ayer mismo que no podrá cumplir los objetivos de reducción del déficit a los que se había comprometido, por lo que es previsible que las capitales más ortodoxas (como Berlín o Helsinki) presionen a Moscovici para que sancione a su propio país.

Juncker también ha premiado a Londres, a pesar de que el primer ministro británico, David Cameron, lideró la fallida maniobra para impedir que el luxemburgués llegara a la presidencia de la Comisión.

El comisario británico Jonathan Hill ocupará la poderosa cartera de Servicios Financieros, muy sensible para una City londinense que en los últimos años ha sufrido el azote del actual comisario, el francés Michel Barnier. Por su parte, el comisario alemán, Günther Oettinger, pasa al departamento de Digital.

Fuego cruzado

Antes de su nombramiento, los comisarios deben someterse a un “examen” en el Parlamento Europeo. Juncker espera que todos superen la prueba. Pero podría haber percances, como en 2004 y 2009.

En el caso de Cañete, su principal riesgo es su propia declaración de intereses económicos, en la que aparece como presidente del Consejo de Administración de Petrolífera Ducor y en el mismo cargo en Petrologis Canarias, empresas dedicadas al suministro de combustible para buques.

Socialistas y Verdes podrían acusarle de conflicto de interés. Una amenaza que también pesa sobre el comisario británico, conocido lobista y socio hasta hace poco de una consultora.

Por su parte, los populares, sobre todo los alemanes, apuntan contra Moscovici, por considerarlo favorable a la relajación fiscal.

Fuentes parlamentarias, sin embargo, consideran poco probable que se desencadene un fuego cruzado entre los grandes grupos.

Juncker delegará en sus vicepresidentes

Jean-Claude Juncker ha diseñado una Comisión Europea a la medida de sus necesidades, con siete vicepresidencias en las con las que piensa compartir la ímproba tarea de dirigir un organismo con decenas de departamentos y más de 22.000 funcionarios. El ex primer ministro luxemburgués rompe así con el modelo del actual presidente, José Manuel Barroso, a quien se atribuye un conocimiento profundo de todos y cada uno de los dosieres y un control muy minucioso de toda la estructura.

“La mía no será una Comisión jerárquica”, señaló Juncker en rueda de prensa tras repartir las carteras. “Compartiré mis prerrogativas con los vicepresidentes, que serán los encargados de ejercer como animadores y coordinadores en sus áreas”, remarcó.

Con estas palabras quiso dejar claro que los vicepresidentes “no son supercomisarios”. Pero entre ellos señaló como “mi mano derecha” al comisario holandés, el ex ministro de Exteriores, Franz Timermans. “Me sustituirá cada vez que yo no esté física o mentalmente presente”, señaló Juncker.

La función del resto de vicepresidentes parece menos clara y su papel podría derivar en la irrelevancia o en conflictos con otros comisarios. Dos ex primeros ministros, el letón Valdis Dombrovski y el finlandés Jirky Katainen, se reparten las vicepresidencias de Crecimiento, Empleo y Asuntos Sociales. Pero parece dudoso que los comisarios francés, alemán e inglés, con carteras en esos terrenos, vayan a aceptar algún tipo de tutela.

La misma situación puede darse con el comisario español, Miguel Arias Cañete, cuya cartera de Energía está encuadrada con la de otros cinco comisarios en la vicepresidencia de la eslovena Alenka Bratusek.

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