_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ejemplo de entrega

Generosidad de vida, testimonio de entrega. Llagas que supuran y que, sin embargo, nos llenan como hombres. Hombres de barro y arcilla. Pero de un barro y una arcilla única. Moldeados por el espíritu de entrega y de servicio a los demás. Generosidad de vida, ejemplo de fe, de abnegada entrega, de servicio hasta entregar su propia vida. Miguel Pajares falleció este martes en Madrid víctima del ébola, el virus para el que los países ricos todavía no han desarrollado la vacuna, o no han querido hacerlo. Había cuidado hasta que falleció al director del Hospital de San José en Monrovia. Se contagió. Perdió la batalla frente a la enfermedad. Con coraje, con fuerza, con un testimonio de amor y entrega que conmueve. Pidió para que en ese avión vinieran también las dos hermanas que trabajaban con él, una de ellas también perdió la vida hace cuatro días, al igual que otro hermano de la orden.

Como Miguel, cientos y cientos de españoles, religiosos o no, voluntarios, médicos, ingenieros, etc., dan y entregan lo mejor de sí mismos. Algunos por fe, buscando las cicatrices y las heridas de los más pobres, los desheredados de la tierra, otros por un sentimiento único de ayuda, de testimonio, de hacer algo por lo demás, o tal vez, de buscar sentido a sus propias vidas. Y a buena fe que lo consiguen ante una sociedad cada vez más vacía, estéril de pensamiento, desnuda de valores y henchida de soberbia, de egoísmo, de insolidaridad y de mucho, muchísimo, ruido ante el silencio de los más pobres, ante la resignación de quién nada tiene. El rico y soberbio Occidente ha dado la espalda muchas, demasiadas, veces a quiénes más necesitan no solo ayuda, sino educación, sanidad, formación para superar barreras, trabas, obstáculos y la depredación del propio ser humano. Sin embargo, les esquilmamos, les usurpamos sus riquezas a cambio de hacer ricos a una oligarquía corrupta y diminuta en esos países sabiendo como sabemos de la realidad de millones de seres humanos destinados a vivir entre la miseria.

Miguel Pajares es hoy un hombre feliz. Una vida con una recompensa moral y humana extraordinaria. Que dando ha recibido más de lo que ha dado. Que encontró su ser, su esencia, su razón de existir entre los más pobres, ayudándoles en la enfermedad, consolándoles ante la muerte, ante el miedo al vacío existencial. Nos ha conmovido y mucho su situación, su traslado, sus últimas palabras gravadas desde Liberia, y también su muerte. Y como Miguel hay miles de voluntarios que seguirán quemando las velas de sus naos como hizo Pere Casaldáliga cuando hace más de cincuenta años se fue a vivir su fe con los más pobres entre los más pobres.

La enfermedad, la miseria, la desigualdad, la injusticia, la persecución, las guerras, y un largo etcétera roban y usurpan el futuro y el presente a millones de seres humanos, lejos de Europa, lejos de los países más desarrollados, lejos de democracias y de la propia dignidad del ser humano. Occidente mira con indiferencia. Sigue haciéndolo, en África, en Oriente Medio, en regiones de América Latina, y en muchos otros lugares donde la dignidad y los derechos humanos no son, ni existen, ni quieren que sean. Con el ébola y con esta amenaza hemos visto como el mundo ha tardado y aún tarda en hacer algo frente a este virus mortífero. A un paso de una pandemia si no se ataja. Miedo, preocupación, incertidumbre. No está controlado. Nadie lo quiere en sus puertas. Pobre África, África dejada a su propia suerte. La misma que hoy muchas empresas buscan y anhelan cual nuevo El Dorado. Pero lamentablemente el lado humano, el drama, sea de enfermos, sea de hambrunas, sea de desplazados, sea de inmigrantes, sea de refugiados, nunca ha importado demasiado en nuestras sociedades salvo cuando las imágenes martillean la conciencia. Nuestro homenaje, nuestra admiración y también para los creyentes, nuestra oración para quiénes amando, siendo, han dado lo mejor de sí mismos en el camino de sus propias vidas. Algunos siguiendo la fe en Cristo, cargando una propia cruz, otros, sin anclar sus anhelos en fe o religión alguna, dándose a los demás a través de sus manos, de su ciencia, de su saber hacer.

Abel Veiga Copo es profesor de Derecho en ICADE.

Archivado En

_
_