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Columna
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Aviso a la salud corporativa

La carne podrida en las cadenas de comida rápida de China trae una advertencia para las empresas extranjeras que hacen negocios en el país. Tras un rápido crecimiento, algunas están descubriendo sorpresas desagradables ocultas en sus amplias estructuras.

La matriz de Kentucky Fried Chicken, Yum Brands, y McDonald’s se han visto manchadas por la carne en mal estado que se coló por los aparentemente estrictos controles del proveedor de propiedad estadounidense OSI.

El éxito del pasado hace que este tipo de crisis sean aún peores. Para los consumidores es un caso de expectativas frustradas. La percepción de seguridad permite a las empresas extranjeras cobrar una prima.

Pero el crecimiento también puede implicar que se escapen fallos. GlaxoSmithKline, el gigante farmacéutico de Reino Unido, se hundió en un abismo legal cuando los fiscales chinos acusaron a algunos empleados de pagar sobornos –algo que la compañía dijo que se llevó a cabo fuera de sus sistemas y controles–. Es fácil que los jefes pasen por alto las señales de advertencia desde sus oficinas, dada la dificultad de decodificar la burocracia china.

Otros con altos perfiles deberían tener cuidado. Por ejemplo JP Morgan se enfrenta a investigaciones de Estados Unidos sobre si contrató de manera inapropiada a familiares de funcionarios chinos para cerrar negocios. Lo más probable es que haya un acuerdo con los reguladores estadounidenses, pero podría llamar la atención para que China realizara un examen más detenido. Allí las autoridades están dispuestas a mostrar desdén por todo lo que huela a corrupción.

Incluso las empresas de éxito sin problemas hasta el momento deben estar preparadas. El gobierno chino parece decidido a retar a sus problemas históricos, como la seguridad del producto. El crecimiento se está desacelerando, momento en que se mira todo con lupa. Pocos lo dicen públicamente, pero para algunos, ahora podría ser un buen momento para considerar una posible reducción.

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