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Columna
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El riesgo de lo impensable

Los accidentes aéreos fatales casi nunca ocurren, afortunadamente para los pasajeros y los inversores en las compañías aéreas. Sin embargo, Malaysia Airlines ha sido golpeada dos veces por la tragedia en poco más de cuatro meses. Se trata de un recordatorio de que incluso las más robustas empresas necesitan considerar cuidadosamente el riesgo político.

La tragedia del vuelo MH-17 de la compañía malasia, en la que murieron el pasado jueves 298 personas en el este de Ucrania, se une a la sufrida por otro avión de la aerolínea, que desapareció sin dejar rastro en marzo.

La industria aérea es uno de los sectores menos capaces de absorber los shocks financieros. Los altos precios del petróleo y la intensa competencia por la cuota de mercado ya han dejado a varias compañías al borde del abismo. Malaysia Airlines, controlada por el Estado y con pérdidas, ya estaba planeando anunciar una reestructuración importante en 2015. Puede que ahora tenga que acelerarla.

Sin embargo, los problemas de la aerolínea resonarán más ahora, en un contexto geopolítico que hierve. Hace un año, el ascenso del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) no estaba en la agenda global. Tampoco, los atentados terroristas separatistas ocurridos recientemente en China. Incluso la exigencia de una reforma democrática en Hong Kong se ha convertido en una amenaza para la estabilidad que pocos hubieran previsto. Los inversores y las empresas pueden minimizar el riesgo si identifican primero la amenaza. Varias compañías internacionales cambiaron hace meses las rutas que operaban en Ucrania, a pesar de que la zona no estaba sujeta a restricciones oficiales. La desgracia de Malaysia Airlines puede ser un trágico recordatorio de los peligros de subestimar la probabilidad de lo impensable.

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