Lecciones de Gowex para los inversores de fondos
No hay mal que por bien no venga dice el dicho popular que es perfectamente aplicable al acontecimiento ocurrido con la compañía española tecnológica Gowex. La caída y suspensión de la cotización, que podría derivar en una pérdida prácticamente total de la inversión si el alegado fraude se confirma en toda su extensión, ha afectado tanto a inversores profesionales como particulares.
Desde el punto de vista de los inversores profesionales se pueden extraer algunas lecciones que tienen su derivada en los ahorradores o inversores particulares también ya que estos son los destinatarios finales de los productos que gestionan los profesionales como los fondos de inversión y los fondos de pensiones. La primera lección es que la “due diligence”, es decir, el análisis e investigación debidos, de los activos financieros es variable en su intensidad dependiendo de los gestores y que en cualquier caso no cubre con la suficiente profundidad todos los aspectos (algunos importantes) que una propuesta de inversión conlleva. Ello puede observarse continuamente en lo que denomino “las cámaras de los horrores” de los gestores de fondos. Las cámaras de los horrores no son otra cosa que el listado de títulos con las mayores pérdidas o minusvalías que un gestor o equipo gestor ha sufrido durante la vida de gestión del fondo del que son responsables. Las mayores pérdidas en activos como pueden ser las acciones alcanzan guarismos vergonzantes del 70-80% o más. Prácticamente todos los gestores tienen en su particular “cámara de los horrores” alguno o algunos de estos valores por muy reputados que sean ellos personalmente o las gestoras para las que trabajan. Una primera conclusión es que la “due diligence” debe ser mejorada asegurándose de que se disponen de los recursos adecuados y suficientes para llevarla a cabo. Además debe ser intensificada particularmente en propuestas de alto riesgo, algo que se olvida a menudo cuando la complacencia inunda los mercados.
En el caso de Gowex hemos visto como fondos de grandes gestoras como JP Morgan o Santander por ejemplo tenían posiciones significativas en el valor en alguno o algunos de sus fondos. Otra conclusión práctica que revela una vez más esta lección es que la diversificación es esencial, algo que frecuentemente olvidan inversores profesionales y en especial particulares. La bondad de los fondos de inversión regulados es que por imperativo legal deben tener una diversificación mínima en títulos individuales, emisores, etc. Habitualmente además los gestores de los fondos por política interna tienen unos niveles de diversificación muy superiores a los legales. Así hemos visto como los fondos afectados por Gowex en su inmensa mayoría, excepto algunas negativas excepciones, no llegaban a detentar una posición más allá del 2-3% por lo que la pérdida sufrida puede ser asumible.
Desde el punto de vista del inversor particular cabe extraer al menos dos lecciones. La primera es que si inversores profesionales con dedicación exclusiva a esta actividad, años de experiencia y extensos recursos de análisis pueden incurrir en este tipo de malas inversiones con pérdidas totales o casi totales de lo invertido, lógicamente el inversor minorista se encuentra en una situación de mayor riesgo de incurrir en este tipo de grandes errores. En este sentido la ilusión en la que viven algunos particulares de que pueden “enmendar la plana” y ser más listos que los profesionales suele llevarles a aprender de manera dolorosa.
En el caso de Gowex se estima que más de 5.000 particulares han sido atrapados en el valor, seguramente algunos de ellos con un porcentaje de su ahorro o patrimonio muy significativo. Precisamente la concentración de las inversiones es un mal que aqueja a muchos inversores particulares y esta la otra gran lección. El hecho que los importes a invertir sean menores que los de un profesional no significa que deba procurarse el mismo nivel de alta diversificación. En este sentido las carteras de fondos de inversión son un producto ideal, pudiendo tener repartido el ahorro en más de 500 y 1000 posiciones, por lo que cualquier evento inesperado de este tipo no deja ningún tipo de secuelas en el patrimonio.
Por último, la lección de binomio / rentabilidad riesgo no puede dejar de ser mencionada. Se trata de una de esas reglas inmutables de la inversión. No se puede pretender aspirar a multiplicar por varias veces la inversión inicial sin incurrir en el riesgo de perderlo todo o casi todo. De hecho, jugarse una parte significativa del ahorro a un valor de alto riesgo entra en el terreno de la “inversión casino” y es precisamente eso, un juego nada recomendable, que nada tienen que ver con el cuidado del patrimonio. Para aquellos inversores o ahorradores con verdadero apetito por el riesgo es posible establecer carteras de fondos con mayores niveles de volatilidad y rentabilidad esperadas y donde al final su retorno (positivo o negativo) provenga de una combinación diversificada de activos de riesgo (bolsa, bonos con riesgo, divisas, etc.) y no de eventos o acontecimientos particulares fuera de control.