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Columna
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Temores en Hong Kong

El debate sobre la democracia de Hong Kong ha puesto a las empresas occidentales en una situación incómoda. Cientos de miles de ciudadanos están involucrados en un enfrentamiento público sobre un nuevo sistema para la realización de elecciones en la ex colonia de Reino Unido. El enfrentamiento ha provocado preguntas sobre el futuro de Hong Kong como centro financiero eficiente y bien ordenado. Pero las advertencias de una posible perturbación están fuera de lugar.

A los líderes empresariales les preocupa Occupy Central, un grupo de presión que ha prometido realizar manifestaciones en el distrito financiero. A diferencia del movimiento anticapitalista con el que comparte parte de su nombre, su objetivo no son los bancos.

La semana pasada, las filiales de las cuatro grandes consultoras en Hong Kong advirtieron en la prensa local de que las protestas podrían provocar un éxodo de las multinacionales extranjeras, opinión compartida por muchas otras compañías globales y por los bancos, pero equivocada.

Aunque Occupy Central no está todavía en marcha, hay pocas pruebas de cualquier alteración financiera. El mercado de valores local se mantiene impasible. Y Citigroup recientemente invirtió 700 millones de dólares en una nueva sede de Hong Kong.

Además, las empresas también tienen otras razones por las que preocuparse debido a la postura de China hacia Hong Kong, sobre todo si se pone en peligro el preciado sistema jurídico independiente de la ciudad. El mismo día que las consultoras hicieron tales anuncios, unos 1.800 abogados de Hong Kong realizaron una protesta silenciosa para señalar la oposición a una mayor intervención de Pekín.

Los líderes empresariales deberían reflejar que el derecho a organizar una manifestación pacífica es una parte integral del sistema que hace que Hong Kong, y el hecho de que haya abrazado un Estado de Derecho, un imán para la actividad comercial.

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