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El cerebro de Juncker

Se llama Martin. Martin Selmayr. Y se ha convertido en el enemigo público número dos del gobierno de David Cameron. Solo por detrás del número uno: Jean-Claude Juncker.

"Londres está pidiendo su cabeza", confiesan a media voz en el equipo de Juncker. Y no se refieren a la del máximo aspirante a convertirse en presidente de la Comisión Europea, que también, sino a la de su jefe de campaña electoral.

Juncker fichó el 1 de abril a Selmayr y lo puso al frente de una de las operaciones políticas más bizarras de la historia: convertir a Juncker en el candidato putativo del Partido Popular Europeo a la presidencia de la Comisión, sin someterse a elección por ningún país y sin ser apenas conocido fuera del Benelux, Alemania, Austria o Francia.

Todo sonaba a charada, sobre todo, en Londres, donde tal vez se dejaron engañar por la fecha del fichaje de Selmayr: en Reino Unido, el primero de abril se celebra el equivalente de los Santos Inocentes del 28 de diciembre.

Pero quienes conocen a Selmayr saben que nunca se toma a broma una tarea. Y en poco más de dos meses, la extraña pareja formada por un ex-primer ministro de Luxemburgo y un funcionario de la Comisión Europea ha logrado acorralar a la prestigiosa diplomacia británica hasta extremos desconocidos en la historia reciente. Una humillación que podría consumarse si Cameron no logra impedir que la cumbre europea de mañana en Bruselas designe a Juncker como futuro presidente de la Comisión.

En el PPE reconocen "la eficacia" de Selmayr, que en tiempo récord y con escasos medios preparó una caravana electoral sin precedentes. "No es fácil organizar una campaña en 28 países, donde hay que adaptar el mensaje a la realidad de cada uno de ellos pero sin caer en contradicciones", señalan entre los populares. "Hace falta un juego de equilibrio brutal y Selmayr lo logró", añaden esas fuentes.

Pero entre los populares también hay quien se queja de la dureza y la exigencia de Selmayr. "No tiene un carácter fácil y, a veces, impone su estilo sin darse cuenta de que estamos en un ambiente multinacional, con sensibilidades distintas". Otros, tal vez tentados por el tópico, le acusan de "gestionar a la alemana".

El entorno laboral más cercano a Selmayr, sin embargo, respira optimismo y confianza absoluta en la capacidad de trabajo y liderazgo de su "jefe". Y en sus filas conviven personas de distintas nacionalidades, gracias en parte a la increíble facilidad de Selmayr para cambiar de un idioma a otro sin perder sutileza ni sentido del humor.

Nacido en Bonn, en 1970, Selmayr se formó en su país y en Italia, Inglaterra y California. Se incorporó a la Comisión en 2004, tras pasar por el BCE, el FMI y el sector privado (Bertelsmann). Doctor en Derecho, a los 34 años se reveló como un consumado maestro de la comunicación gracias al puesto de portavoz que le confió Viviane Reding, comisaria europea de Sociedad de la Información.

Junto a la comisaria luxemburguesa, Selmayr libró la primera batalla mediática contra el roaming, en la que se enfrentaron y derrotaron a las principales operadoras de telefonía y a los grandes países que las respaldaban (Alemania, Francia, Reino Unido, España...).

En 2010, Selmayr pasó a trabajar a la sombra de Reding, como su jefe de gabinete en la nueva cartera de Justicia, Derechos fundamentales y Ciudadanía. Su mano se intuía en las trifulcas de Reding con el Gobierno de Sarkozy o con el de Zapatero, a cuenta del desmantelamiento de los campamentos gitanos o de la directiva sobre protección de víctimas de la violencia de género.

La conexión luxemburguesa le llevó de Reding a Juncker, que tras ser elegido candidato del PPE a la Comisión necesitaba un jefe de campaña con más impetu que el propio jefe de filas. En el nuevo cargo, Selmayr ha vuelto hacer alarde de su habilidad como portavoz, enmarcada por una sonrisa cándida y una fe inquebrantable en el mensaje que transmite, incluso cuando debe defender una cosa y la contraria.

Pase lo que pase mañana en Bruselas, Selmayr puede saborear su victoria más difícil e inesperada, que le ha colocado en el punto de mira de Downing Street y del Foreign Office. "Le temen más que a Juncker y con razón", bromea una de sus fieles.

Para colmo de ironías, si no continúa junto a Juncker, Selmayr tiene previsto trasladarse a Londres, donde el 1 de julio debería incorporarse al Banco Europeo de Reconstruccion y Desarrollo. Una broma final que a Cameron no le hará ninguna gracia.

Foto: Martin Selmayr, durante una cena-mitin de Jean-Claude Juncker en el norte de Portugal (B. dM., 17 de mayo 2014).

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