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Columna
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Banco de Chipre, un nuevo objetivo

Ha pasado poco más de un año desde que el sistema bancario chipriota se hundiera, dando lugar a una quita a los depositantes no asegurados, controles de capital y a un acuerdo de emergencia para fusionar Laiki, la entidad del país que se encontraba en peor situación, con su rival Banco de Chipre –cuyos depositantes todavía no pueden acceder a alrededor de 1,5 millones de euros de su dinero–.

Hay algunas razones para ver las cosas de color de rosa. El PIB de Chipre cayó mucho menos del 9% pronosticado por las autoridades de la zona euro para 2013. La afluencia de depósitos nacionales pasó a ser positiva en abril, por primera vez desde diciembre de 2012. El banco obtuvo un beneficio en el primer trimestre, y los últimos controles de capital internos significativos se levantaron el 30 de mayo.

Pero hay todavía más razones para preocuparse. Los controles externos siguen en su sitio, y los préstamos de dudoso cobro representan un terrible 49%, de los cuales solo el 39% están cubiertos por provisiones. Dos quintas partes del pasivo del Banco de Chipre todavía provienen de la financiación del banco central, debido a la asistencia de liquidez de emergencia heredada de Laiki. Y pese a que una ratio de capital core Tier 1 del 10,6% puede parecer robusta, una recesión chipriota más larga de lo esperado y los próximos test de resistencia europeos podrían dejar algunos huecos sin tapar.

Curiosamente, los inversores extranjeros podrían hacer mejor esta tarea. Ellos ya han engullido 100 millones de bonos soberanos en una colocación privada en abril. Los inversores extranjeros han mostrado desde principios de año cada vez mayor interés en el Banco de Chipre, según una persona familiarizada con la situación. Eso le da al banco una oportunidad decente para resolver sus próximos problemas por sí mismo. Si esta medida es tranquilizadora o no con respecto al estado de ánimo inversor es otro asunto.

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