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El BCE no puede esperar más

Un servidor ha entendido e incluso justificado la actuación del BCE desde el inicio de la crisis. Sabemos que su mandato le impide comprar deuda soberana de los estados de la eurozona, y que Alemania y el Bundesbank han obstaculizado cualquier intento de avanzar hacia la emisión de eurobonos. El BCE es heredero del Bundesbank y aunque Merkel lo hubiera apoyado, el Tribunal Constitucional alemán en Karlsruhe hubiera bloqueado cualquier financiación directa del BCE a los periféricos. Por ello el BCE buscó alternativas. Prestó 1 billón de euros al 1% entre diciembre de 2011 y febrero de 2012 a los bancos de la eurozona – la famosa barra libre. Sirvió para rescatar instituciones financieras y sanear los balances de los lastrados bancos de la eurozona. Pero no para que fluyera crédito a las empresas y particulares.

Es desesperante que la prensa anglosajona atribuya la estabilización de la crisis de deuda soberana de los periféricos únicamente a las famosas palabras de Dragui en el verano de 2012 y al establecimiento del programa OMT, que podría comprar deuda soberana en el mercado secundario con condicionalidad. Las reformas estructurales acometidas y la austeridad soportada por la población en España, Italia, Portugal, Irlanda y Grecia explican también la recuperación de competitividad y reducción dramática de los costes de financiación de los periféricos.

Atacar a la UE, al euro y la eurozona es propio de demagogos o desconocedores de la economía. Las burbujas inmobiliarias, endeudamiento de empresas y particulares y deficiente supervisión de los reguladores bancarios nacionales son las causas fundamentales de la crisis. La división entre Alemania y sus aliados del norte de Europa y Francia y los periféricos nos ha perjudicado. Pero Merkel ya sólo habla de crecimiento, inversión y empleo.

Pero ni los políticos obligados a mantener la consolidación fiscal ni la UE con un presupuesto anual equivalente al primer rescate de Grecia (€140.000 millones) pueden resolver la situación. El BCE sí puede y debe actuar. La inflación se ha situado en el 0,7%, sustancialmente por debajo del objetivo del BCE de un nivel cercano pero inferior al 2%. Desde hace meses es evidente que la amenaza es la deflación, que aumenta el valor de la deuda. El crecimiento de la eurozona en el primer trimestre sólo ha alcanzado el 0,7%.

El BCE debe reducir el tipo de interés no solamente para fomentar el crédito sino también para aliviar a los exportadores en la eurozona. El 5 de junio, Dragui y los otros integrantes del consejo de gobierno del BCE deben recortar el tipo principal del 0,25% al 0,15% o incluso 0,1%. Deben asimismo cargar interés a los bancos que mantienen depósitos con el BCE, y así obligarlos a prestar a empresas y particulares. En tercer lugar, el BCE debe plantearse seriamente activar el OMT u otro mecanismo para comprar bonos de los periféricos en el mercado secundario. Sin crédito, la recuperación será muy lenta, y sin medidas activas por parte del BCE los periféricos seguirán lastrados por su deuda.

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