Eurodiputados con sueldo de banquero e impuestos de mileurista
Me parece un escándalo que los eurodiputados europeos tengan sueldos de banquero y combatan las remuneraciones de los banqueros, y paguen impuestos de mileuristas y suban los impuestos y recorten los servicios a los mileuristas. Me parece un escándalo que tripliquen la remuneración del presidente del Gobierno o cualquiera de sus ministros, y que en muchos casos lo cobren personas que no están capacitadas para representar a nadie ni aquí ni en Estrasburgo. En estas condiciones me cuesta ir a votar al 25 de mayo.
Me cuesta votar el 25 de mayo en las elecciones europeas. Tendré que hacer un gran sacrificio para ponerme delante de la urna. Considero la Unión Europea el mejor parapeto contra los conflictos que arrasaron Europa en el pasado, y merece la participación de todos. Además, Europoa es lo mejor que le ha podido pasar a España para salir de la modorra provinciana y pacata en la que estuvo desde la Revolución Francesa para evitar ser contaminada por el liberalismo, la democracia, el republicamismo, el progreso y el cosmopolitismo. Desde que España está integrada en la Unión Europea ha avanzado de forma descomunal, y desde que está en el ancla del euro, ha comenzado a abandonar los vicios que aún arrastraba del monetarismo autárquico de la peseta. ¡Pobre peseta, que pobre nos hizo!.
Pero los políticos europeos tienen que aplicar criterios cohertentes a sus políticas, y practicar conductas ejemplarizantes siempre, pero de forma vigilada durante periodos críticos como los de ahora. De poco sirve combatir con palabras la xenofobia que se extiende en el norte de Europa, si con los actos se desacredita la buena conciencia europea. Los sueldos de un Parlamento Europeo tan poco eficiente como mastodóntico no pueden llegar a los 17.200 euros mensuales, cuando las tasas de desempleo son las más elevadas de la historia del continente, y cuando las dificultades para llegar a fin de semana de millones de familias son reales. Y desde luego no pueden someter tales remuneraciones a una presión fiscal propia de un mileurista, pues abonan, al menos en el caso de los españoles, un 22% en Bruselas, en contra del criterio de Hacienda.
Sueldos de banqueros, que está bien para mirar de frente a los banqueros que han traido o extendido la ruina financiera a la población en la última década; pero presión fiscal de mileurista para pedir nuevos sacrificiois a los mileuristas no parece de recibo. La Unión Europea siempre ha pagado bien, francamente bien. Pero no se le da tan bien guardar un criterio de proporcionalidad entre las remuneraciones y las prácticas de sus funcionarios. Qué les contarán los candidatos griegos a los griegos para pedirles su voto, sobre todo cuando el síndrome de Estocolmo enpieza a echar raiz en los diputados una vez que se sientan en las bancadas de esa ciudad tan bella de la Alsacia que es Estrasburgo, y en la que son tantos que escasamente se conocen de vista al final de una legislatura de cinco años.
Amén de las comparaciones remunerativas con el resto de los responsables polítcicos (cobran casi el cuádruple de un presidente del Gobierno muy mal pagado), deberían los partidos esmerarse en colocar en las listas a gente de acreditada validez; no a don nadies que en muchos casos carecen de cualquier cualificación digna. Los hay en todas las listas. Puede en algún caso pasar de hacer las fotocopias en la campaña electoral a cobrar los 17.200 euros al mes del ala, y empezar a mirar a todo el mundo por encima del hombre.
De esto es de lo que hay que hablar en la campaña, y no de las paridas que un señor acostumbrado a las paridas dijo en determainado momento. Claro que es importante, pero es lo más superficial de lo importante. Haré una larga reflexión hasta el domingo, pero me cuesta ir a votar en estas condiciones.