“La crisis del agua va a ser anterior a la de la energía”
Manuel Arango Arias (Tampico, México, 1936) es un destacado empresario, filántropo y promotor de la ciudadanía responsable en México y Latinoamérica. Fue cofundador y socio del grupo Cifra (hoy Wal-Mart México) y en la actualidad preside el grupo Concord y el desarrollo turístico Costa Baja Resort & Marina, en La Paz (Baja California Sur).
El empresario visitó Madrid la semana pasada invitado por la Fundación Arte y Mecenazgo, impulsada por La Caixa. “Más que sobre arte, vengo a hablar sobre la generosidad de dar, ya sea a través del arte, la educación, el medio ambiente, la democracia...”. Y para hablar de filantropía, “que es dar lo más preciado que tiene el ser humano, el tiempo. Para mí eso es filantropía: generosidad, pensando en el bienestar de todos”. “Cualquiera que ayuda a otra persona es un filántropo. Y la RSE es parte de ello”.
Arango impulsó en México, hace 10 años, el distintivo de empresa socialmente responsable (ESR). “Al principio el interés fue de 14 empresas y hoy tenemos ya más de 900 con el distintivo”. Asegura que la empresa es ahora más consciente de que es responsable del entorno en el que vive y en el que opera. “Antes se era responsable cumpliendo las obligaciones fiscales, laborales, legales. Pero esa época ya pasó”, afirma rotundo. “Ahora va más allá”.
El empresario mexicano entiende que la RSE tiene que ser un acto voluntario y que no se debe regular. “Debe ser absolutamente decisión de la empresa, la cantidad que dona, el tiempo, el voluntariado...”.
Reconoce que a veces la RSE se puede hacer por razones cosméticas. “Pero si vamos ganando terreno, si esa empresa antes vertía algo a los ríos pero ni siquiera sembraba, y ahora resulta que está sembrando algo... Que la empresa se dé cuenta cada día de que su responsabilidad la va a beneficiar. Es un ganar-ganar. Cuanto más responsable es una empresa, más rentable va a ser y más va a ser favorecida por los clientes. La empresa, hoy en día, si quiere competir y tener éxito a la larga, tiene que ser responsable. Y si no, lo va a pagar muy caro de muchas formas”.
Crecimiento, pero no a cualquier precio
Arango no es partidario del crecimiento a cualquier velocidad y a cualquier precio. “Todos sabemos que el mundo tiene que crecer, tenemos que generar empleo, tenemos que crear bienestar, y para eso hay que echar a andar la economía. Cualquier curva de crecimiento importante requiere una curva paralela importante de energía”. El ejemplo es China: “Estamos viendo crecimientos en años pasados elevadísimos, ahora ya está en el 7%, y en Pekín ya no pueden respirar”.
Considera sin embargo más grave el asunto del agua. “Creo que la crisis del agua va a ser anterior a la de la energía. La crisis del agua es muy seria, porque el agua está muy limitada, con una población creciente. El 70% del agua se va a la agricultura y se desperdicia y se contamina una gran cantidad. Debemos cambiar nuestra forma de operar con el agua y cómo la reusamos, la tratamos y mantenemos nuestros acuíferos limpios de contaminantes”.
Son asuntos que vamos a tener que aprender a manejar, asegura. “Y los vamos a dejar en manos de quién, ¿que los Gobiernos digan lo que vamos a hacer? ¿Los ciudadanos no van a opinar? Están opinando, están informados, están participando, para mí eso es muy sano. Que la ciudadanía participe, que la empresa participe… que el Gobierno tenga que encontrar soluciones no solo al crecimiento, sino que este sea sostenible, sustentable. Tenemos recursos finitos, no infinitos. Es un tema apasionante porque la economía se supone que en gran parte es la solución a la pobreza. Pero con qué rapidez y a qué coste”.
Entiende que no se pueden limitar los recursos de los países en desarrollo, “pero tampoco se puede decir: voy a crecer a cualquier coste y luego ya veremos. El coste es altísimo”. “Con lo que se ha aprendido se puede crecer. Se va viendo que somos más cautos en el ahorro, cada día aprendemos a ahorrar más. La tecnología nos va dando soluciones y las tenemos que aplicar desde el principio”.
Participación ciudadana para cambiar las cosas
Manuel Arango insiste en que el crecimiento debe ser sustentable y no acaba de ver claras técnicas como el fracking. Y pone un ejemplo: “El otro día vi una viñeta en El País que con el título de Fracking mostraba una fuente con una inscripción que decía Agua con gas [El Roto], la puse un encabezado y la tuiteé”. Porque se confiesa tuitero, “a pesar de mis 78 años”. Y lo es, dice, con el deseo de cambiar las cosas, de participar. “Todo esto ayuda a cambiar las cosas”.
“¿Qué estamos inyectando? Agua. ¿Sola? No. Agua con químicos. De acuerdo, sale gas y el resto, ¿qué pasa? Yo no tengo los conocimientos, pero hay que meditar, nadie habla de eso”. Y es ahí donde cree que el ciudadano informado crea ese balance, “porque muchas veces es el mercado quien dice ‘yo lo que necesito es gas, o agua, y la traigo de donde esté”. “Tenemos la forma de poder hacer maravillas, pero hay que medir el coste de la velocidad de lo que estamos haciendo y las consecuencias posteriores”.
Considera que el ciudadano tiene que decir también que espera que haya un equilibrio con el desarrollo que todos queremos, pero averiguando a qué coste. “Siempre hay que preguntarse a qué coste”. ¿Qué quiere decir sustentable?, se pregunta. “Que las generaciones que vengan digan ‘qué bien estuvo esto del gas’ o que digan ‘la que armaron las generaciones pasadas”.