Siemens-Alstom, un trato atractivo
La propuesta de Siemens de intercambiar sus trenes por los recursos de generación y transmisión de energía de Alstom parece convincente desde un punto de vista estratégico. Pero también está llena de incertidumbres, debido sobre todo a las preocupaciones antimonopolio. La supervisión reglamentaria podría retrasar o incluso echar por tierra un acuerdo franco alemán. Puede que los accionistas de Alstom que buscan un alivio rápido prefieran a General Electric, a pesar de la abierta hostilidad del gobierno francés ante el pretendiente estadounidense.
El grupo norteamericano anunció que estaba dispuesto a pagar 9.200 millones de euros por los activos de energía de Alstom –un 70% de las ventas del grupo–. Un Alstom mejor capitalizado podría entonces centrarse en la fabricación de vanguardia, por ejemplo de trenes de alta velocidad.
Siemens pone un precio ligeramente más alto al negocio de la energía de Alstom. Además, ofrece a entregar sus propia división de fabricación trenes, más dinero en efectivo. Esto convertiría a Alstom en el tercer mayor fabricante mundial de vehículos ferroviarios, superando a su rival canadiense Bombardier, según la consultora alemana SCI Verkehr.
Siemens se beneficiaría de varias maneras. Mantendría a su gran competidor estadounidense fuera de sus mercados clave en Europa y se desharía de la división de trenes, uno de sus dolores de cabeza (la unidad es conocida por sus problemas técnicos y retrasos repetidos).
Para las autoridades antimonopolio europeas, un canje de trenes por molinos podría ser demasiado convincente. Alstom podría hacerse con el control de uno de sus más duros competidores. Pero en un escenario global, Siemens y Alstom juntos controlarían solo el 20% del mercado, frente a la fuerte competencia de Japón y China. Para los accionistas –y desde el punto de vista de la política industrial– un proveedor europeo fuerte podría ser mejor que dos renqueantes. Pero las autoridades antimonopolio de Europa pueden optar por subirse otro tren.