Tratamiento de choque
La farmacéutica novartis consolida el cambio en su estrategia empresarial de la mano de un ejecutivo sin formación científica pero con la perseverancia de un nadador profesional
La complejidad de algunos sectores lleva a que los grandes responsables de sus empresas se hayan manejado en ellos durante mucho tiempo. El caso del farmacéutico, que además de complejo mueve decenas de miles de millones de euros, es un buen ejemplo: la figura del consejero delegado con formación de ingeniero químico, o que ha desarrollado su carrera desde los puestos más bajos de la empresa, era regla general entre las gigantescas corporaciones del sector. Pero Joseph Jiménez (1959, California, EEUU) rompió esa regla y hoy es uno de los ejecutivos más influyentes del espectro farmacéutico. Su receta, un tratamiento de choque para reactivar una empresa que corría el peligro de quedar rezagada de sus rivales.
Desde que fuese nombrado su consejero delegado en 2010, Novartis ha ido replanteando sus estructuras internas y sus estrategias de negocio para ser más ágil y competitiva. Esta semana culminaba ese proceso con varias operaciones de envergadura. Por un lado, adquiría a la británica GlaxoSmithKline su negocio oncológico por más de 10.000 millones de euros, la misma a la que venderá su división de vacunas, excepto la de la gripe, por más de 5.000. Y por otro lado, se desprende de toda su área de salud animal, que será transferida a Eli Lilly por 4.000 millones. Según Jiménez, Novartis, la segunda farmacéutica que más vende en España, se concentra en negocios “con gran poder innovador y escala global”. Y también, porque siempre ha sido un hombre de negocios, cree ayudará a “mejorar márgenes y crecimientos de manera inmediata”.
Su falta de bagaje en el sector era el argumento más elegido entre los escépticos cuando el consejo de administración le designó para sustituir a Daniel Vasella, doctor de profesión y en el cargo entre 1996 y 2010. Solo llevaba tres años en la empresa, a cargo de la división de productos de consumo sanitario, y hasta entonces su experiencia profesional se había desarrollado bastante lejos de un laboratorio. Sí fue director no ejecutivo de AstraZeneca, pero su trayectoria estuvo siempre ligada a empresas, sobre todo del sector alimentario: primero en Clorox, entre 1984 y 1993, justo después de acabar un MBAen la Universidad de California, para después desempeñar varios cargos en diferentes compañías de ConAgra, incluidas cuatro como presidente. En 1998 llegaría al gigante del sector Heinz, donde llegaría a ser presidente y consejero delegado de forma conjunta en las divisiones de Norteamérica y Europa, donde estuvo hasta 2006 y paso previo a su llegada a la farmacéutica suiza.
Descendiente de inmigrantes italianos y españoles, la carrera de Joseph Jiménez, Joe para sus colaboradores más cercanos, bien pudo haber tomado otra dirección. Gran amante de la natación, cuando era adolescente comenzó a entrenar cinco horas diarias los siete días de la semana para convertirse en nadador profesional. Y no estuvo lejos. Obtuvo una beca para la Universidad de Stanford, donde se graduó y donde llegó a estar entre los cinco mejores nadadores de los 100 metros braza de EEUU. Aspiró a una plaza para los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, en los que finalmente no participó ningún representante del país por las más que tensas relaciones con la URSSen plena Guerra Fría. Jiménez decidió decantarse por el mundo de los negocios, aunque conserva algunas lecciones de su época de deportista.
En su etapa universitaria estuvo entre los cinco mejores nadadores de EEUU en los 100 metros braza y peleó por una plaza olímpica
Una de ellas, la perseverancia en el entrenamiento. Cuando llegó a la compañía en 2007, decidió reunirse cada mañana con alguno de sus científicos para conocer a fondo las peculiaridades del sector y la forma de trabajar de la compañía. Unas clases particulares que se extendieron durante un año, y que le dejaron una conclusión:Novartis no era competitiva. A diferencia de él en las piscinas, no era lo suficientemente rápida para tomar decisiones y adaptarse a un escenario empresarial cambiante.
Suelen destacar de Jiménez su habilidad para identificar rápidamente los problemas, como un cirujano y su bisturí, y para simplificar las situaciones más complejas en un sector como el farmacéutico:“Creo que si no puedes retener algo en tu cabeza, no puedes ser capaz de interiorizarlo y actuar sobre ello”, confesaba en una entrevista en el New York Times. Sobre esa base, su plan de trabajo no era otro que volver a lo esencial, reducir los procesos internos, especialmente en el departamento comercial y marketing, y volcarse en la actividad propia de una farmacéutica: la investigación y los pacientes. Es en la primera sobre la que se asienta toda su estrategia, innovación para crear nuevos productos y tener crecimientos más rápidos y elevados.
Un enfoque más simple y que se encargó de explicar a una plantilla de más de 120.000 trabajadores, y a los que transmite la necesidad de tomar riesgos aunque puedan fallar:“Tienen que entender cómo va a ayudarnos su trabajo en nuestro progreso futuro”, afirmaba. Y es que otra de sus dotes más destacadas es la de comunicador, al igual que la de identificar talento desde un enfoque analítico: la integridad y la persecución de resultados son cualidades clave en un empleado para Jiménez, quien está convencido de que todo esto no puede lograrse en una empresa donde no quepan diferentes puntos de vista. Se rodea de un equipo que no tiene miedo a contarle malas noticias, y uno de sus principales lemas es “aprende a escuchar”. Reniega del modelo de ejecutivo de Power Point y afirma que “los mejores líderes tienen humildad y un incesante deseo de ganar”.
Casado, padre de tres hijos y aficionado, además de a la natación, a la pesca, Joe Jiménez y Novartis arrancan una nueva etapa en la que se comprobará si ese tratamiento de choque ha sido el definitivo.