Deoleo aliña la campaña
Cuando a un político se le inquiere un comentario sobre un proceso judicial abierto es habitual la respuesta del tipo “respetamos las decisiones de los jueces y no hay comentarios en este sentido...”. Sería deseable que, en una economía regida por el libre mercado y exenta teóricamente de límites políticos como la española, en el ámbito empresarial la respuesta sobre una operación privada en marcha fuera similar a la que se acude en el ámbito judicial.
Deoleo recibió la pasada semana ofertas vinculantes elaboradas por algunos de los mayores fondos de inversión del mundo –Carlyle, CVC, Pai Partners, Rhode y el italocatarí IQ–, en un proceso organizado por JPMorgan que responde a la obligación a la que están sometidas las entidades financieras intervenidas accionistas de Deoleo, Bankia y Banco Mare Nostrum, de desprenderse de sus inversiones industriales.
Las acciones de Deoleo se dispararon ayer un 6,3% después de que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sugiriera que la Sepi pudiera plantearse la posibilidad de invertir en la compañía. ¿No ve el ministro de Hacienda que sus declaraciones sobre una operación en marcha como la de Deoleo invitan a la especulación? ¿A qué responden comentarios del ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete cuando dice que seguirá muy de cerca el proceso de venta de Deoleo y que no le gustaría que se troceara (y al mismo tiempo declara, lo que debería ser una obviedad, que no existe veto para nadie en la operación)? ¿A qué viene que Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, diga que el Gobierno central y la Junta trabajan para que la compañía se mantenga en Andalucía?
Entre los años 2004 y 2008 Deoleo, entonces SOS Cuétara, se hizo con las marcas líderes en Italia en aceite, Bertolli, Carapelli y Minerva; ¿qué les hubiera parecido a estos responsables políticos que el Gobierno italiano rechazara esas operaciones? Las ventas a inversores extranjeros de conocidas marcas de alimentación españolas como Campofrío, Panrico, Puleva, La Casera... ¿no llamaron su atención?
Solo hay una razón que explique ahora el ardor patriótico con el que unos y otros defienden “la españolidad” de Deoleo: la cercanía de las elecciones europeas. Se pretende dar la imagen desde los distintos partidos de que al exigir esa españolidad en Deoleo se defiende el aceite español, es más, se defienden los derechos de los agricultores españoles. Pero una cosa son los intereses de los productores y comercializadores de aceite españoles y otra el interés de una compañía privada y cotizada como Deoleo.
Cincuentaynueve empresas españolas exportadoras de aceite, que forman parte de la asociación Asoliva, lo dijeron claramente la pasada semana: “Nos da igual la nacionalidad del comprador de Deoleo”. Sea quien sea el dueño de Deoleo, el grupo seguirá comprando el aceite a los productes españoles, tal es la posición de liderazgo mundial de estos.
Cuando Gerardo Díaz Ferrán, encarcelado desde hace más de un año, acusado de vaciar Marsans, se convirtió en uno de los principales accionistas de Deoleo, a través de su sociedad Teinver, ¿dónde estaban los defensores de la españolidad de la compañía? ¿Qué tienen qué decir acerca de que pesen sobre el anterior presidente del grupo, Jesús Salazar, querellas admitidas a trámite en la Audiencia Nacional en las que se le acusa de presuntos delitos –estafa, fondos distraídos, falsedad en documento mercantil...– que ocupan más de dos páginas en las cuentas anuales del grupo? ¿Y sobre los más de nueve euros por acción que en enero de 2009 acordó pagar Caja Madrid por cada título que adquirió de la compañía que hoy cotiza en el entorno de los 0,4 euros? La entrada de la entidad en SOS se formalizó seis meses antes de que la compañía acusara a su presidente y vicepresidente (los hermanos Jesús y Jaime Salazar) de conceder el pago a través del grupo de alimentación de 212 millones de euros a su patrimonial Condor Plus.