Cajamar prevé dar entrada en su banco a Generali, fondos y otras rurales
Las cajas rurales y cooperativas de crédito están revolucionadas. Era el único sector financiero que parecía que se había mantenido prácticamente intacto en lo que ha supuesto la gran transformación de la banca española. Pero solo era un espejismo.
En el lustro largo que ha durado la crisis financiera y económica en el país, un gran número de cajas rurales ha tenido que pasar por fusiones forzosas ante la amenaza del supervisor de ser intervenidas, como ha sucedido con varias cajas de ahorros. Una de las principales receptoras de estas entidades ha sido Cajamar, la mayor entidad del sector, que ha integrado a casi una veintena de rurales, de las que un número destacado contaba con una frágil solvencia.
Ahora el Gobierno, tras la recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central Europeo (BCE), ha decidido modificar la legislación de este sector promoviendo su concentración y transformación en bancos.
De momento, el Grupo Cajamar, cuenta desde finales de enero con un banco, en el que controla el 90% de su capital, mientras que el 10% restante está repartido entre 32 pequeñas entidades rurales. Banco de Crédito Social Cooperativo (BCSC) tiene en la actualidad un capital de 1.000 millones de euros, pero Cajamar intenta cerrar antes de junio una ampliación entre 300 millones a 500 millones de euros.
De momento, intenta que la aseguradora italiana Generali y varios fondos de inversión participen en esta operación, una vez que Cajamar ha descartado sacar a Bolsa BCSC.
Los contactos con Generali vienen de lejos. Antes de que naciera BCSC Cajamar ya tenía en mente asociarse con una entidad internacional, y consideró que la mejor opción sería proponérselo a su socia italiana de seguros, explican fuentes de la firma almeriense.
También quiere incorporar a fondos de inversión extranjeros y a otras cajas rurales, ya que está convencida que su destino pasa por aumentar más su tamaño en los próximos meses a través de nuevas fusiones propiciadas por el Gobierno. No en vano, el proyecto de Economía pasa por reducir considerablemente el número de cajas rurales. La idea, según aseguran fuentes del sector, es que operen solo uno o dos grupos rurales, frente a las 59 entidades actuales.
Otro banco con el que cuenta el sector de las rurales es el Banco Cooperativo Español (BCE), en el que están asociadas el resto de las firmas de este sector que no están en el grupo con Cajamar. Este banco tiene más de dos décadas, pero a diferencia de BCSC no consolida con ninguna de sus socias.
Los nuevos planes de fusión de la entidad almeriense y las rencillas existentes con el resto de las rurales han llevado a Cajamar a solicitar su salida de la Unacc (Unión Nacional de Cooperativas de Crédito), la patronal de las cooperativas de crédito, en las que en su mayor parte son rurales.
La salida de la patronal tenía que haberse producido el pasado lunes 31 de marzo, aunque la insistencia del anterior presidente de la Unacc, Antonio León Serrano (de Caja Rural de Grananda), para reconducir esta situación y evitar su fuga y la de todas las pequeñas rurales que están en el capital de BCSC por el efecto arrastre, han retrasado su decisión otros tres meses más, explican desde la caja andaluza. León Serrano, de hecho, apenas llegó a estar nueve meses como presidente de Unacc (fue elegido en mayo de 2013 y dejó su cargo el pasado mes de febrero).
De cualquier forma, Cajamar parece que lo tiene muy claro y prefiere dejar la patronal, cuyas ideas no comparte desde “hace mucho tiempo”, añaden las mismas fuentes. El número uno de la patronal cambió en febrero ante el intento de parar la posible fuga de socios y las discrepancias con otras rurales.
El actual presidente, Pedro García (presidente de Cajavida) también intenta que Cajamar dé un giro a su decisión en estos meses para evitar así lo que podría ser una herida de muerte para la patronal, según apuntan varias fuentes. La entidad almeriense, no obstante, parece tenerlo muy claro, quiere dejar la Unacc.