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Columna
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Unión imperfecta, pero no derribada

El compromiso de poner en marcha un solo mecanismo de resolución, que ha tomado forma después de unas previsibles y épicas negociaciones nocturnas, no resuelve todos los problemas. Pero es mejor que nada.

Un régimen eficaz de resolución bancaria requiere dos cosas –velocidad y financiación–. Una tentativa de acuerdo en diciembre realizada por los ministros de Finanzas europeos chocó con ambos.

La Comisión Europea no estaba satisfecha con el trato y el parlamento se rebeló. Bajo el nuevo acuerdo, los gobiernos solo podrán intervenir si se necesitan más de 5.000 millones de euros del fondo. Además, el 40% de este estará mutualizado en su primer año, con una capacidad de recaudación construida a lo largo de ocho años. Además, también podrá financiarse en el mercado.

El acuerdo romperá el infame círculo vicioso de los países con problemas fiscales y de sus bancos

El acuerdo no romperá de manera decisiva el infame círculo vicioso de los países con problemas fiscales y de sus bancos. Eso solo habría ocurrido si los gobiernos se hubieran mantenido fuera de la decisión, el fondo hubiera sido mayor, y si la junta de resolución hubiera podido obtener más dinero de los estados miembro.

Los pesismistas deben mirar el lado bueno. La promesa del Banco Central Europeo en 2012 de comprar deuda periférica cortó el ciclo. Las nuevas normas que exigen a los bancos sacar de apuros a los titulares de capital y deuda antes de que los fondos de resolución intervengan proporcionan una cierta protección. Además, el BCE pronto regulará a los 130 mayores bancos.

El mecanismo de resolución de la zona euro no iba nunca a funcionar tan bien como su homólogo estadounidense. Pero la zona euro tiene problemas mayores. Entre los más urgentes, debe encontrar una forma de empujar a los bancos de las economías con problemas a reanudar el crédito. Un acuerdo imperfecto con concesiones tangibles por parte de todos, incluido el riguroso ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäeuble, es mejor que parar la máquina en busca de una mayor integración.

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