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La UE, del revés

Diez pasos para ser presidente de la Comisión Europea

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Juncker y el candidato socialista, el alemán Martin Schulz, parten ahora como favoritos para un puesto que se decidirá tras las elecciones europeas del 25 de mayo. Pero hay otros aspirantes, oficiales y tapados. Y todos ellos deberán cumplir con las siguientes condicione si quieren sustituir a José Manuel Barroso el próximo 1 de noviembre.

1 No ser española. Mujer y pasaporte español es una de las combinaciones casi imposible de darse en la próxima presidencia de la CE. No suena ni un apellido español para el puesto. Y la única mujer candidata es la alemana Ska Keller, pero su partido, Los Verdes, no tiene posibilidades reales de hacerse con el cargo. Incluso en ese caso, además, la candidatura es compartida con un hombre, el francés José Bové.

2 Ganar el 25-M. En principio, el nombramiento del presidente deberá “tomar en cuenta el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo”. La fórmula es ambigua, pero probablemente se aplicaría a rajatabla si uno de los grandes partidos (PPE y PSE) ganara con una enorme diferencia. Los sondeos, sin embargo, no apuntan hacia ese escenario, sino a un hemiciclo muy igualado.

3 Buscar aliados. El previsible empate entre populares y socialistas podría resolverse si alguno de los dos partidos sumara con otras formaciones la mayoría absoluta (376 de 751). Pero, según los sondeos, no parece fácil, dada la esperada fragmentación del voto y la probable presencia de casi un 20% de eurodiputados euroescépticos, quienes, a priori, no apoyarían a ningún candidato.

4 Gran coalición. La ausencia de una mayoría de izquierdas o de derechas abriría el camino para un acuerdo entre PPE y PSE, que podrían consensuar un candidato. En ese caso, curiosamente, tanto la candidatura de Juncker como la de Schulz estarían en peligro, porque la otra institución involucrada en el nombramiento, el Consejo Europeo, dispondría de mayor margen de maniobra.

5 El eje Berlín-París. En el Consejo Europeo (donde se sientan los presidentes de los 28 países de la UE) la designación del candidato debe aprobarse por mayoría cualificada, y la base del consenso suele ser un acuerdo entre Alemania y Francia. En teoría, Schulz, como socialista, contaría con el apoyo del Gobierno de François Hollande. YJuncker, con el de la canciller Angela Merkel. Si ambas candidaturas se neutralizan, Berlín y París podrían apostar por una alternativa de compromiso.

6 Veto de Londres. En teoría, desde el Tratado de Niza, ningún país tiene derecho de veto en el nombramiento del presidente de la CE, que se aprueba por mayoría cualificada. En la práctica, nunca se ha designado a un presidente en contra de los deseos de las grandes capitales, en particular, de Londres, que ya frenó en 2004 al ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, que en estas elecciones presenta su candidatura por el Partido Liberal Europeo. Según algunos medios británicos, al primer ministro David Cameron no le convencen ni Juncker ni Schulz, y menos aun Verhofstadt, considerado en Londres como un furibundo federalista. El veto tácito del premier británico a los candidatos oficiales aumentaría la posibilidad de que algún tapado, desconocido hasta ahora, se lleve el puesto.

7 Los tapados. Pero, ¿cómo es posible que tras las elecciones puedan surgir nuevos candidatos? En Bruselas casi todo es posible, sería la respuesta cínica. Pero en este caso hay un motivo legal. El Tratado no obliga a que el presidente de la Comisión ni el resto de comisarios (uno por país) se presenten a las elecciones del Parlamento Europeo. El griego Alexis Tzipras, por ejemplo, no se va a presentar aunque aspira a presidir la Comisión en nombre de la Izquierda Unitaria de toda Europa. El Tratado tampoco obliga a los partidos a presentar un candidato, se trata tan solo de una recomendación de la CE (que los tories de Cameron y los euroescépticos no van a seguir) Y los líderes europeos tampoco están obligados a elegir entre los candidatos oficiales. De modo que se abre la opción para el regateo.

8 Jugosa pedrea. En ese regateo, como siempre en la UE, jugarán muchísimos factores que hacen imprevisible la foto final de la cúpula europea. Por lo pronto, el número de cargos a repartir, que es muy y numeroso. Junto al presidente de la Comisión, habrá que decidir la máxima autoridad de la política exterior (ahora en manos de la británica socialista Catherine Ashton) o la presidencia del Parlamento Europeo. Más adelante, a final de año, quedará libe el puesto de presidente del Consejo Europeo. Y en los próximos meses se espera crear una nueva presidencia del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro), para la que suena el ministro español Luis de Guindos.

9 Equilibrios. La abundancia de vacantes obligará a buscar equilibrios geográficos, políticos y de género. Si el presidente de la Comisión es un socialista, por ejemplo, los populares podrían reclamar una compensación potente, lo que daría una oportunidad a España, pues el PP se perfila como uno de los grupos nacionales más grandes dentro de su formación europea. Pero el puzle es complejo y otras variables pueden perjudicar a España. Si se confirma que los tres grandes países (Alemania, Francia y Reino Unido) se quieren repartir las principales carteras, los países más pequeños reclamarán su cuota de poder, en detrimento, tal vez, de los medianos, como España o Polonia. En todo caso, España tiene derecho a un puesto en la Comisión, cargo para que el que suena, entre otros, el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete.

10 Sorpresa. El encaje de todas las piezas comenzará el 27 de mayo, solo 48 horas después de que cierren los colegios electorales. Ese día, los 28 presidentes de Gobierno celebrarán en Bruselas una cumbre informal para analizar el resultado de las elecciones europeas. “Tanta celeridad muestra que todos han entendido que esta vez los nombramientos no pueden hacerse como otras veces y nadie quiere que alguien le adelante por la derecha... o por izquierda”, señalan fuentes europeas. “El próximo presidente de la Comisión será elegido, no nombrado a puerta cerrada”, aseguró Juncker tras ser proclamado el 1 de marzo como candidato socialista. Y el viernes, en Dublín, Juncker también dejó claro que, en su opinión, “las elecciones deben ser una señal clara y, si el PPE gana, Juncker estará ahí”. Pero el ex primer ministro luxemburgués es el político europeo con más experiencia en Bruselas y sabe, mejor que nadie, que en la capital europea no pueden descartarse las sorpresas. Y las quinielas ya han comenzado por si Juncker y Schulz no logran sus objetivos. Se apunta a primeros ministros en ejercicio, como el conservador finlandés Jyrki Katainen, o la socialista danesa, Helle Thorning-Schmidt. También se menciona a la directora-gerente del FMI, Christine Lagarde. Con la presencia de esas dos mujeres en la carrera hacia la presidencia de la CE, solo queda un punto en común entre candidatos oficiales y oficiosos: ninguno es español.

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