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Columna
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Terapia de choque en China

Chaori Solar asegura que puede incumplir hoy un pago de intereses de emisión de deuda, con lo que sería el primero corporativo en China. Si se cumple, es fácil –y correcto– decir que tenía que suceder en algún momento, y que un mercado que permite este tipo de caídas es saludable. Pero las secuelas a corto plazo no deberían subestimarse.

Los inversores probablemente no van a evitar un mercado de bonos corporativos de 1.100 billones de euros por un impago. Chaori aún no ha dicho que no pueda pagar sus 1.000 millones de yuanes (unos 120 millones de euros) de deuda –solo una parte de 90 millones de yuanes–. Los compradores de alrededor de la mitad de los bonos emitidos en China son bancos, que también prestan a los emisores a través de otros canales. A estos les interesa en mantener a las empresas del borde del abismo. Sin embargo, los inversores pueden exigir una mayor rentabilidad. Hay pocos indicios de que los costes de financiación estén realmente determinados por riesgo.

Una mayor apreciación del riesgo de crédito crearía dos problemas. En primer lugar, los nuevos emisores tendrían que pagar más. Es probable que eso desencadene más impagos en aquellas empresas cuyas finanzas están ya bien equilibradas, especialmente en sectores con problemas como el acero y la minería. En segundo lugar, los bancos que mantienen dichos bonos en sus carteras tendrían que reconocer pérdidas.

Otro problema llega al no recibir los inversores su dinero. El impago de intereses de Chaori es pequeño, pero una acumulación de varios significará que cada vez más inversores, fondos y bancos no reciben lo que esperaban.

Sin duda, permitir el impago es crucial. El gobierno de China, prometió en noviembre dar a las fuerzas del mercado un papel decisivo, y un impago de bonos corporativos sería una señal de que está empezando a ser así. Pero un acontecimiento menor podrá crear tres problemas más amplios.

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