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Cambio, la libertad de pensamiento, y recompensa

“Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”

Heráclito de Éfeso

(Filósofo griego 535 a. C. – 484 a. C)

“Todos somos creativos, pero algunos desarrollamos más que otros esta capacidad. Las personas inconformistas la desarrollamos más porque tenemos deseo de mejorar las cosas que nos rodean. Y para conseguirlo hay que mirar los objetos con espíritu crítico para mejorarlos. Ir con los ojos abiertos por la vida.”

Luis Bassat Coen

(publicista catalán de origen sefardí en una entrevista “El País”, 2 de marzo 2014)

El río es una metáfora muy potente para describir el tiempo. Jorge Manrique ya la utilizó en sus famosas “Coplas a la muerte de su padre”, para describir a la vida:

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

que es el morir

y Heráclito nos decía que nadie puede bañarse dos veces en un mismo río, porque aunque aparentemente el río es el mismo, sus elementos, su cauce, el agua que corre por él, han cambiado.

El cambio es la constante de la vida ya que ésta representa una constante transformación. Si “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” es porque los ríos, el mundo, las aguas e incluso nosotros mismos, estamos en constante transformación.

Una de las fortalezas más importantes del capitalismo como filosofía económica y política es que precisamente acepta el cambio como algo inevitable. Transformarse, mejorar, es consustancial a la vida y a la filosofía capitalista.

La riqueza de una sociedad en su conjunto se genera a través de un proceso por el que cubrimos nuestras necesidades cada vez con menos recursos (o con los mismo recursos logramos cubrir más necesidades). Ello hace imprescindible:

  • una visión crítica y constante de la forma en la que hacemos las cosas. Mejorar consiste en buscar nuevas formas más productivas de hacer lo que habitualmente hacemos. Para ello se requiere libertad de pensamiento, visión crítica/innovadora de la realidad. Sin libertad para ensayar nuevas maneras de hacer las cosas es imposible la mejora.
  • una remuneración adecuada para los autores de las mejoras que se consiguen. Adecuada en términos de que no toda nueva forma de hacer las cosas implica una mejora. Puede incluso llegar a significar un empeoramiento de los resultados anteriores. Esto último implicaría la existencia de un “castigo”.

Cambio, libertad y recompensa son consustanciales a la vida de ahí la enorme potencia del capitalismo como filosofía de vida.

Por lo tanto, ser capitalista no significa tener en la biblioteca una edición en papel biblia y tapas de cuero de la “Riqueza de las Naciones” de Adam Smith o un retrato en el salón, a modo de homenaje, de algún autor liberal de la Inglaterra del siglo XIX. Por el contrario, si consiste básicamente en aceptar el cambio, la libertad de pensamiento, y la consecuencia de nuestros actos como pilares de nuestra vida.

Constantemente a los economistas nos piden que digamos cuándo acabará la crisis o cuándo saldremos de la recesión. Muchas veces me da la impresión de que lo que realmente nos están pidiendo es que le digamos cuándo podremos dejar de hacer cambios para salir de la crisis. Cuando podremos llegar a ese lugar al final de un túnel (donde parece ser que hay tanta luz) en el que podremos dejar de hacer cambios.

Nunca. O como diría Jorge Manrique, cuando desemboque el rio.

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