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Rajoy tiene un gran lío con los impuestos

El presidente Rajoy tiene un lío importante con los impuestos: prometió bajarlos en su programa electoral, los subió "por necesidad imperiosa" cuando llegó al poder, y quiere bajarlos antes de las elecciones, pero la capacidad recaudatoria de España le da poco margen. Por si fuere poco, en su equipo económico Guindos y Montoro piensan de forma bien diferente sobre cómo afrontar esta cuestión.

El jefe del Ejecutivo quiere bajar los impuestos por convicción: aunque sea de la UCD, es un liberal. Pero sabe que la vigilancia que los mercados financieros ejercen sobre España y sus finanzas, así como la lupa de la Unión Europea, no le darán mucha tregua.

España habría cumplido en 2013 a duras penas con el objetivo de déficit del 6,5%, y lo habría hecho gracias al margen proporcionado por la factura financiera, que ha ahorrado casi 9.000 millones de euros. Pero sigue teniendo un sistema fiscal muy frágil y le cuesta generar ingresos adicionales incluso con las subidas de impuestos planteadas, tanto en IRPF como en IVA o Sociedades. En los próximos años podría ser menos fácil lograr el déficit comprometido, especialmente en 2015, donde la reducción es muy notable. Solo un incremento importante en la recaudación lo permitiría, y para ello debería crecer la economía a niveles movilizadores de las bases imponibles.

En el pasado los ingresos fiscales venían de un maná con una elasticidad gigantesta, como eran las operaciones inmobiliarias, que ahora han desaparecido. En lo sucesivo, puede ser excesivo considerar que si la economía crece un 1%, lo harán también los ingresos en la misma proporción. Hay que recordar que España tiene uno de los niveles de ingresos tributarios más bajos de la UE, pese a tener unos de los tipos más elevados en IRPF, y estar ya en la media de presión fiscal por IVA, al menos en su tipo general.

Ahí nacen las dudas del Gobioerno para plantear una reforma fiscal a la que se ha comprometido, y que seguramente es necesaria para reactivar la economía. Replicar el modelo de finales de los noventa, cuando el Gobierno bajó el IRPF de tal guisa que puso en manos de la gente un incremento importante de la renta disponible y movilizó el consumo y la inversión, no necesariamente se reproducirá ahora.

En teoría, Rajoy siempre dijo que bajaría los impuestos, y que dado que los subió nada más llegar de forma muy importante, debería bajarlos ahora en una proporción superior para volver a niveles de presión tributaria personal inferiores a los que él encontró cuando llegó; al menos en el IRPF. Hacerlo o no es la gran cuestión económica y electoral que tiene por delante Rajoy hasta el examen de 2015. La recuperación económica ha empezado, pero su consolidación puede depender de una buena reforma fiscal que reparta los estímulos a la demanda y la inversión.

En el Gobierno hay al menos dos corrientes de opinión acerca de cómo debe ser la reforma fiscal, y seguamente el presiddente tendrá una tercera, que seguramente también será la que se imponga. Lo malo es que se quede a medio camino justo de ambas y no sirva para nada.

El ministro de Hacienda, el que en teoría debe responsabilizarse de este asunto, asegura ser el tío más liberal del mundo; pero está transformado desde que ha asumido que hay que recaudar y que la mejor manera de garantizarlo es el crecimiento económico, y que para ello, es precisa una financiación más barata y abundante, y que para ello, solo hay que cumplir a rajatabla con la reducción del gasto y el incremento de los ingresos fiscales. Tanto, que ha puesto sobre la mesa la condición sine qua non para hacer la reforma fiscal: que el Estado no pierda recursos, incluso se atreve a apostar que tiene que recaudar más.

Así, olvídense de que le van a bajar el IRPF por debaio del 50%, o de que le van a incrementar las deducciónes por ahorro o los tipoos sobre los rendimientos del capital. Olvídense. A lu sumo incrementará las deducciones familiares, sobre todo por hijos, que a la larga puede suponer un alivio en el tipo efectivo. En el departamento de Montoro están convencidos de que hay que estimular el consumo, que sigue sin movilizarse, lo que supone que a la gente hay que proporcionarle más renta disponible vía fiscal, y así recuperar franjas de recaudación. Pero que en absoluto puede incentivarse el ahorro a largo plazo, puesto que el régimen que tiene ya España es demasiado generoso en tal materia.

Pero el ministro de Economía, que también manda lo suyo y es tan liberal como Montoro, estima que la recuperación se moviliza con una bajada de los impuestos. Al consumo y al ahorro. "Un sistema fiscal no es recaudar; es generar los estímulos precisos para movilizar las decisiones de los contribuyentes", aseguraba Guindos en una entrevista reciente en este periódico (Cinco Días). A su juicio, el ahorro es la capitalización de la economía, y tiene que estimularse, y, desde luego, las tarifas del IRPF tienen que volver a niveles al menos iguales a los que Rajoy se encontró el día Nochebuena de 2011, cuando llegó al Gobierno: "Ese es el compromido del presidente del Gobierno".

Señor Rajoy, tiene usted un dilema. Escuche y decida; pero no se equivoque. España tiene tipos franceses y recaudación griega, y eso no puede ser. No es compatible con una economía moderna. Unos pagan mucho, y otros no pagan: ni mucho, ni poco, ni nada.

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