Lo quiero rojo, que no gaste y conectado al ‘smartphone’
Noviembre del año 2019. La ciudad de Los Ángeles ha sido devorada por una masificación extrema y los vehículos de cuatro ruedas han sido sustituidos por aeronaves que circulan por el cielo. Al igual que Ridley Scott en 1982 con la película Blade Runner, muchos cineastas y novelistas imaginaron un futuro en el que las aeronaves dominaban como medio de transporte. La realidad ha resultado ser más decepcionante, y en 2014 aún podemos ver circulando vehículos fabricados hace medio siglo.
En lo que sí coincide, en cierta manera, la realidad con ese Los Ángeles proyectado por Scott es en la tendencia a la masificación de las grandes urbes. Cómo conjugar eso con la necesidad de movilidad del ciudadano sin que se agraven los problemas medioambientales que ya se sufren se ha convertido en uno de los retos principales para autoridades y fabricantes. A partir de 2021, las flotas de coches nuevos de las marcas no podrán superar los 95 gramos de CO2 por kilómetro, según aprobó la Unión Europea. Un descenso de casi el 30% con respecto al límite que entrará en vigor el año que viene y que, según los expertos, no se traducirá en una presencia masiva de vehículos híbridos o eléctricos.
Según el último informe sobre la industria de la automoción de KPMG, la mayor parte de las inversiones de los fabricantes se centrarán en desarrollar motores de combustión más eficientes o estructuras y componentes mucho más ligeros, que reduzcan consumos y emisiones. Audi anunciaba en diciembre un plan de 22.000 millones de inversión hasta 2018 en el que estos motores seguirán teniendo un gran peso. Los elevados costes de desarrollo, la escasa demanda y la insuficiente infraestructura son los principales motivos a los que aluden los fabricantes para explicar la escasa competitividad a medio plazo de otro tipo de mecánicas, sobre las que tampoco hay consenso.
Mientras que fabricantes como BMW o Renault-Nissan se deciden por los coches eléctricos, otros como PSA han optado por desarrollar mecánicas híbridas enchufables. Y Toyota aspira a lanzar en 2015 su primer coche con pila de hidrógeno, el mejor ejemplo, según la marca, de “movilidad sostenible”, aunque a un precio que en principio no bajará de los 80.000 euros.
Lo que es ya imparable es la transformación del habitáculo de conducción en todo un centro multimedia. Un smartphone sobre cuatro ruedas que abre nuevas vías en materia de seguridad, de comunicación y de entretenimiento. En el primero de los casos, el sistema eCall se presenta como el básico, ya que la UE quiere que su implantación sea obligatoria en los coches nuevos a partir de 2015. El coche, cuando detecta que se ha producido un accidente, llama al 112 y le traslada la ubicación exacta. Según un estudio de la consultora AutoScout24, el 82% de los conductores lo valoran como la segunda herramienta más importante dentro de las futuras funciones que incorporarán los automóviles, solo superada por el reconocimiento de peligro en carretera.
Como afirmó en la feria tecnológica CESde Las Vegas el vicepresidente de desarrollo de Ford, Raj Nair, “el coche se está convirtiendo en otro dispositivo dentro del internet de las cosas”. Su marca presentó Habu, un sistema que selecciona listas de música según el estado de ánimo del conductor.
BMW se ha aliado con Samsung para poder comprobar en todo momento el estado del automóvil a través de un smartwatch, y Audi, General Motors, Honda y Hyundai se han aliado con Google para incorporar Android en sus coches. Mientras, Apple y Microsoft ya tienen preparados sus propios softwares.
En el automóvil del futuro, la anécdota será conducir.
Y si puede ser, que conduzca por mí
Está por ver su impacto real en la automoción del futuro, pero el debate de los coches autopilotados ya está presente en el sector. Mercedes abrió la veda el año pasado presentando en el Salón de Fráncfort el S500 Intelligent Drive, el primero en realizar un trayecto de 100 kilómetros sin intervención humana. Nissan, que calcula que podrá vender su coche autopilotado en 2020, Tesla o BMW están inmersos en el desarrollo de este tipo de vehículos, en los que los elementos electrónicos no tendrán margen de error.
Pese a que este se presenta como el próximo gran paso en la experiencia de conducción, el informe de KPMG sobre la automoción dice que los grandes fabricantes no lo ven como “área principal para concentrar sus negocios”. Solo el 14% de los entrevistados, 200 responsables de las marcas, creen que será una de las tendencias que dominará la industria. Pero nadie podrá negar que sus demostraciones son espectaculares.