La realidad impulsa el alquiler
El estallido de la burbuja inmobiliaria, la crisis económica y la persistente sequía del crédito han conseguido acercar la radiografía del mercado inmobiliario español a la del resto de los países de nuestro entorno. De unos años en los que la propiedad se ha impuesto por abrumadora mayoría como fórmula de acceso a la vivienda, hemos pasado a un entorno en el que el alquiler está cobrando cada vez más peso. Aunque no existen muchos datos oficiales, se calcula en torno al 85% el porcentaje de hogares que reside en régimen de propiedad y en casi un 15% el que lo hace en régimen de arrendamiento. Esa radiografía contrasta con una Europa en la que el porcentaje de inquilinos ronda el 30% de media y llega a superar el 50% en países como Alemania.
Pese a ello, la fuerte caída del precio de la vivienda y el cierre del grifo del crédito han conseguido acercar ambos mercados. En este momento, uno de cada cinco nuevos propietarios en España adquiere una vivienda para arrendarla. Un dato impensable hace apenas unos años y que no hay que atribuir a factores culturales, sino a razones puramente económicas. Con los números en la mano, el propietario de una vivienda puede hoy obtener una rentabilidad bruta por encima del 4,5% y hasta un 8% en zonas de elevada demanda si opta por el alquiler, al tiempo que encontrará dificultades para venderla ventajósamente en un mercado en el que los precios han caído entre un 40% y un 50% de promedio y siguen descendiendo. La opción de comprar a un precio ajustado –sin necesidad de hipoteca– y alquilar el inmueble permite obtener beneficios de forma inmediata.
Todos esos cambios están transformando no solo el mercado inmobiliario, sino también el modelo social de acceso a la vivienda en España. El crecimiento de la demanda de alquiler ha propiciado el aumento de la oferta y ha introducido una mayor competencia en los precios. A ello hay que añadir un anunciado plan de ayudas públicas que podría constituir otro impulso al crecimiento de este mercado. Los arrendamientos constituyen, además, una opción especialmente apropiada para un mercado laboral cuyo futuro pasa por la movilidad geográfica, así como para unas generaciones que no dispondrán de las facilidades financieras de las anteriores para adquirir sus viviendas. Esa nueva realidad constituye un elemento importante que debe tenerse en cuenta a la hora de diseñar la política económica española. Medidas de incentivo al arrendamiento, como una mayor optimización de los procedimientos de desahucio y la introducción de estímulos fiscales que hagan todavía más atractiva esta opción de inversión, pueden ser fundamentales para reactivar el mercado de la vivienda.