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Nuevo sistema europeo de pagos

Bruselas aplaza seis meses la armonización de las transferencias bancarias

Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania.
Sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort, Alemania. BORIS ROESSLER (EFE)

Aunque ha pasado desapercibido, la Unión Europea estaba a solo 20 días de sufrir un verdadero efecto 2000, aquella amenaza de bloqueo informático que en la transición al siglo XXI disparó las alarmas en las administraciones públicas y el sector privado de todo el planeta.

En esta ocasión, el bloqueo hubiera afectado a millones de transacciones financieras tan rutinarias como el pago del recibo de la luz o la transferencia al hijo o la hija que esté de Erasmus en otro país. Y el motivo del colapso hubiera sido la implantación de la Zona única de pagos en euros (SEPA, en sus siglas en inglés), prevista para el próximo 1 de febrero. La amenaza era tan seria que el comisario europeo de Mercado Interior, Michael Barnier, ha decidido hoy parar la cuenta atrás y prolongar el plazo hasta el próximo 1 de agosto. Aunque el formato del SEPA será obligatorio desde el 1 de febrero, durante seis meses más se admitirán transferencias y domIciliaciones en los antiguos formatos nacionales.

“Lamento tener que hacerlo”, ha señalado Barnier en un comunicado, “pero es una medida de prudencia para evitar el riesgo de una perturbación en el sistema de pagos y sus potenciales consecuencias para los consumidores y las pymes”. La situación parece tan desesperada que la CE pide a los Gobiernos que no exijan el cumplimiento del plazo del 1 de febrero, incluso si para entonces la tramitación de la prórroga anunciada hoy todavía no está concluida (debe ser aprobada formalmente por el Consejo de Ministros de la UE y por el Parlamento Europeo).

La creación del SEPA se aprobó en marzo de 2012. Y supone la desaparición de las fronteras nacionales en sistemas de pago tan habituales como las transferencias o las domiciliaciones. Con su entrada en vigor, ese tipo de operaciones dejarán de ser nacionales para pasar a ser europeas, por lo que desaparece, por ejemplo, el concepto de transferencia internacional dentro de la UE. Para llevarlo a cabo, se armonizan los números de identificación de las cuentas bancarias, que pasan a tener un formato de 24 caracteres, conocido como IBAN.

El cambio, aparentemente sencillo, afecta a todos los ciudadanos europeos con cuenta bancaria y a unos 20 millones de empresas y organismos públicos. Y la Comisión Europea y el Banco Central Europeo han advertido durante los últimos meses que el proceso de adaptación avanzaba con demasiada lentitud.

A pesar de esas advertencias, ni el sector financiero ni las empresas parecen estar listas del todo. Según los últimos datos, de noviembre de 2013, solo el 64,1% de las transferencias se realizan ya con arreglo al formato SEPAS, una cifra que cae hasta el 26% en el caso de las domiciliaciones. “No parece posible llegar al 100% el 1 de febrero”, se resigna el departamento de Barnier.

El comisario Barnier ha advertido, sin embargo, que no concederá nuevas prórrogas más allá del 1 de agosto. Por lo que la amenaza del efecto 2000 sigue ahí, si todas las partes implicadas no adaptan con urgencia sus modelos de sistema de pago.

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