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Columna
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La diplomacia de las palomitas

Los beneficios por taquilla del cine chino superarán a los estadounidenses hacia 2020, según medios de comunicación estatales. Eso significa que los ingresos de las empresas cinematográficas, que ahora se están centrando tanto en la realización como en la proyección de películas, aumentarán mucho allí. Si a esto le sumamos las adquisiciones de cadenas de cines en el extranjero, dentro de poco habrá un éxito de taquilla producido por China en las pantallas estadounidenses, si el Gobierno chino puede prescindir de la propaganda.

El cine chino tiene dos cosas importantes a su favor. En primer lugar, el dinero. Los beneficios por taquilla alcanzaron un récord de 20.000 millones de yuanes (3.300 millones de dólares) en 2013, un incremento de cerca de un 35% desde 2012, según la agencia de noticias estatal Xinhua. Los precios de las entradas en las grandes ciudades son similares a los de EE UU, aunque los salarios chinos son solo una pequeña parte de los estadounidenses.

En segundo lugar, la industria cinematográfica en la República Popular sigue estando en la década de 1940, en el buen sentido. La propiedad tanto de estudios como de cines está permitida, algo que las autoridades antimonopolistas estadounidenses prohibieron hace décadas.

El siguiente paso es extender esas sinergias al extranjero. Wanda adquirió la cadena de cines estadounidense AMC, aquejada de problemas, en 2012 por 2.700 millones de dólares. Ahora la ha vuelto a sacar a Bolsa al tiempo que mantiene el control. En 2013 se acabaron los rumores de que compraría una cadena europea como Odeon & UCI, pero podrían volver.

Hasta el momento, la mayor rémora ha sido la falta de inspiración. Los grandes éxitos de taquilla chinos suelen abusar del simbolismo nacionalista, y el contenido poco halagador está prohibido. El público mundial no aprecia las películas sobre Confucio. Pero hay margen para innovar. Los mejores creativos se pueden comprar. Puede que no pase mucho tiempo para que las películas chinas empiecen a derretir al público como la mantequilla sobre las palomitas.

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