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Columna
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'Made in America'

Los empleadores de Estados Unidos llevarán a casa más puestos de trabajo en 2014. Los costes de la energía nacional y el aumento de los sueldos son menores que en muchos otros países. La productividad también es alta. Eso hace que la externalización sea menos atractiva y puede anunciar una especie de renacimiento de la manufactura estadounidense.

Las empresas con sede en Estados Unidos ahora se están beneficiando de las tendencias que hace solo unos años funcionaban en su contra. En primer lugar, el salario medio anual por hora de fabricación se elevó poco más del 4% entre 2006 y 2011, de acuerdo con la firma de inversión T. Rowe Price. En China, en cambio, los sueldos se dispararon un 14% y en Brasil un 18%.

Los estadounidenses reciben un mejor trato en los precios de energía que sus colegas globales, gracias también al crecimiento del fracking interno. T. Rowe Price afirma que su gas natural, por ejemplo, cuesta alrededor de 3,50 dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU, por sus siglas en inglés), mientras que en Corea del Sur el precio es casi seis veces más. La firma señala también que la electricidad estadounidense, a siete céntimos de dólar por kWh, vale menos de la mitad que en Alemania y Japón.

Además, los trabajadores estadounidenses son más productivos. T. Rowe Price apunta a que la producción media por trabajador medida en dólares ha aumentado casi un 5% al año desde 1990, en comparación con un 3,5% a nivel mundial.

Hay un factor más: China. Se espera que su fuerza de trabajo baje y que el envejecimiento de la población aumente en los próximos años. Es probable que mantenga el incremento de los sueldos y que se despoje al país de su atractivo bajo coste. Los salarios medios urbanos casi se han duplicado en términos nominales desde finales de 2007, según los datos oficiales.

En combinación, estos son argumentos para fabricar menos en el extranjero. En general, la industria manufacturera estadounidense podría generar 20.000 empleos al mes en 2014, según Barclays –cinco veces lo que en 2013–. Con cerca de ocho millones de puestos de trabajo industriales perdidos desde 1980, según la Oficina de Estadísticas Laborales, la situación no apunta a un nuevo apogeo industrial. Pero es un cambio de dirección bienvenido.

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