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Columna
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El ‘momento Dubái’ de China

La reforma de China se acerca a su momento Dubái. La negativa en 2009 del emirato a rescatar a su holding insignia conmocionó a los prestamistas que habían asumido que toda la deuda llevaba una garantía estatal implícita. A medida que China introduce fuerzas del mercado en su sistema financiero, también tendrá que trazar una línea clara entre el préstamo público y el privado.

Era del crédito fácil de Dubái se detuvo en noviembre de 2009, cuando Dubai World pidió a las entidades que no asumieran las deudas. A pesar de que la empresa no gozaba de una garantía oficial del estado, los prestamistas creían erróneamente que la familia gobernante de Dubái –y su vecino Abu Dhabi– nunca permitiría el impago de la deuda de una entidad de alto perfil.

El caso de China se basa en supuestos similares. Pero si los líderes chinos van en serio a dejar que el mercado fije el precio del dinero, esta situación no puede durar. El estado tendrá que precisar los límites de su apoyo.

Por supuesto, el problema chino es mucho, mucho mayor que el de Dubái. En el momento en el que estalló la bomba, el emirato y sus empresas asociadas tenían préstamos pendientes de unos 80.000 millones de dólares. La deuda total de China es de alrededor de dos veces su PIB estimado para 2013 de nueve billones de dólares. Sin embargo, la mayoría de prestamistas y prestatarios son nacionales y muchos, de propiedad estatal.

El calendario político de China y la falta de un sistema explícito para proteger a los ahorradores ordinarios del país pesaban contra un movimiento tan drástico hasta ahora. Pero los reguladores se están preparando para introducir un sistema de seguro de depósitos. Con los nuevos líderes decididos a dar a los mercados un papel más importante en la economía, China pronto estará lista para interpretar de nuevo el drama de Dubái.

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