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Su fundador, un austriaco amante del alpinismo, creó la empresa en Barcelona

La puerta siempre abierta en los trasteros Bluespace

El empresario afirma que la crisis produjo un cambio en el tipo de clientela de la compañía Tomó la idea de EE UU, donde los trasteros de alquiler son muy comunes

Nacer al pie de los Alpes, en Innsbruck (Austria), fue algo determinante. Alexander Ruckensteiner (1966) tiene un doctorado en Economía por el Massachusetts Institut of Technology (MIT) de Estados Unidos y en 2002 fundó Bluespace, una empresa de trasteros o autoalmacenaje que el año pasado facturó 18 millones de euros. Pero esos logros no se pueden explicar sin mencionar la actividad que lo acompaña desde la infancia: el alpinismo.

"Mi padre comenzó a llevarme a los Alpes cuando tenía cinco años y escalar siempre ha sido una gran pasión", cuenta en un español claro pero con marcado acento extranjero. Desde muy joven comenzó a trabajar como guía de montaña y con el dinero que le permitía ahorrar esa actividad logró pagar buena parte de su carrera universitaria.

Ha escalado en los Alpes austriacos y franceses y en los Andes de Argentina, Chile, Perú y Bolivia. "En 1992 escalé el Aconcagua en un día". Ruckensteiner está convencido de que esas experiencias han sido claves para el éxito de su empresa. "En una organización lo que importa son las personas y ser guía de montaña es la mejor manera de aprender a liderar un equipo". Dar instrucciones claras, no correr riesgos innecesarios, ser exigente pero a la vez permitir que las personas disfruten de la actividad y posibilitar una comunicación abierta son, según el fundador y consejero delegado de Bluespace, cosas fundamentales, tanto en la compañía como en plena cordillera.

La empresa emplea a un total de 90 personas y cuenta con 21 centros de autoalmacenaje en Barcelona (10), Madrid (8) y Valencia (3). "No tiene nada que ver con un guardamuebles oscuro. Son espacios muy cómodos y modernos en los que el cliente puede entrar y salir cuando quiere y solo él tiene acceso a sus cosas", explica.

Ruckensteiner dice que la empresa, con una cuota de mercado del 50%, es líder en el sector. Y no duda de que el momento en que decidió emprender tuvo mucho que ver con ese éxito. "Quien llega primero, gana. Los competidores empezaron más tarde y nosotros pudimos comprar muchos edificios en el centro de las principales ciudades con una ubicación muy accesible". Este tipo de empresas no existían en España, pero en Estados Unidos estaban muy extendidas. "Allí este servicio es como un commodity. En un viaje a San Francisco vi un centro de autoalmacenaje al costado de una autopista y me interesó. Bluespace es una copia de ese modelo de negocio".

Luz natural en Sant Just Desvern

En su despacho de Sant Just Desvern, en el área metropolitana de Barcelona, Alexander Ruckensteiner muestra uno de los objetos imprescindibles de todos sus viajes a las montañas: la cámara de fotos. "Me gusta tener las fotografías como recuerdo de los paisajes que veo". En su lugar de trabajo, en la última planta de uno de los centros de autoalmacenaje de Bluespace, lo fundamental para el empresario es tener luz natural y contar con la tecnología más avanzada. Otra cosa importante es que la puerta siempre esté abierta. "Hace mucho más fácil la comunicación", explica.

El empresario asegura que España tiene un gran potencial para este sector. "La densidad de población de Madrid, Valencia y Barcelona, las principales ciudades españolas, es la más alta de Europa, con entre 15.000 y 20.000 habitantes por kilómetro cuadrado". En Bluespace señalan que otro elemento que favorece la utilización de trasteros es que el tamaño medio de los pisos es reducido, de 60 metros cuadrados.

Pero ese potencial no fue el motivo por el que decidió emprender en la Península. La elección tuvo que ver con su experiencia laboral previa. El economista trabajó muchos años en la industria papelera. En 1995 estaba en Frantschach (ahora Mondi), una grande del sector que ese año decidió comprar tres fábricas en España. El austriaco fue uno de los responsables de la operación y a continuación quedó al frente de la filial española de la firma. "Me enamoré de este país, de su naturaleza y su manera de vivir".

Tras cinco años en ese puesto, regresó a Austria para asumir como director general de una empresa de esquís, botas de esquí y de montaña. Pero tres años más tarde quiso hacer una pausa para pensar cómo quería seguir su carrera. "En 2001 me tomé un año sabático y me dediqué a escalar por España".

El año siguiente decidió emprender en Barcelona y compró con su propio dinero los primeros cuatro centros de Bluespace. "Más tarde entró un fondo de inversión con el que adquirimos varios hasta llegar a los 21 actuales". Ruckensteiner comenta que la crisis no impidió que la empresa siguiera creciendo, pero produjo un cambio en el tipo de clientela. Cuando la economía marchaba bien, la demanda provenía de las mudanzas por compras de pisos y de las empresas que acumulaban stock y necesitaban un lugar donde guardarlo. "Ahora, los particulares vienen cuando hacen reformas o cuando los hijos se ven obligados a volver a casa de sus padres y aparecen los problemas de espacio".

Las empresas también tienen nuevos motivos. "La demanda resulta de la necesidad de reducir costes. Cuando cierran oficinas necesitan un lugar para guardar sus muebles". Sea cual sea la razón, Ruckensteiner confía en que seguirá existiendo un gran mercado para Bluespace. "Nuestro plan es llegar a los 50 centros en los próximos cinco años".

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