Los accionistas de Pescanova perderán todo lo invertido tras la ampliación
Los accionistas de Pescanova, que afronta una semana decisiva –este lunes finaliza el plazo para la presentación de ofertas de inversores interesados en aportar capital y el martes se agota el tiempo para intentar salvar a su filial chilena–, quedaron atrapados el pasado 12 de marzo, cuando la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) decidió suspender su cotización en Bolsa por segunda vez. El último cruce del valor se estableció en 5,91 euros por título y desde entonces ha permanecido paralizada, después de que la compañía solicitara el concurso de acreedores el pasado 5 de abril. Un precio que dista mucho de los 30,57 euros por acción que marcó de máximo el grupo pesquero en Bolsa en noviembre de 2007.
Tras estos meses de incertidumbre, el futuro para los 10.000 accionistas de Pescanova se presenta bastante sombrío. “Los accionistas actuales y los bonistas tenedores de unos 400 millones de euros en convertibles lo perderán todo. Ese capital se ha esfumado necesariamente para absorber pérdidas”, comenta un experto financiero.
Pescanova se enfrenta a dos posibles escenarios: que las negociaciones del convenio lleguen a buen puerto y se ponga en marcha una operación acordeón o que se liquide. Y cualquiera de estas dos posibilidades es negativa para los accionistas.
En el primer caso porque para restablecer el equilibrio entre el capital y el patrimonio neto, negativo en 1.667 millones de euros, como consecuencia de las pérdidas acumuladas, la compañía gallega reducirá su capital a cero para posteriormente realizar una ampliación para dar entrada a los nuevos accionistas. El valor, por tanto, terminará siendo excluido de cotización en Bolsa.
Familia Carceller
En este sentido, los posibles interesados –Lazard, el asesor financiero contratado por la banca, negocia con algunos de los principales accionistas de la alimentaria, como la familia Carceller y el fondo Luxempart, así como con otros fondos de capital riesgo extranjero– tienen hasta el próximo lunes para presentar sus ofertas en firme. El objetivo de la compañía es captar entre 250 y 300 millones.
Como favorito parte el presidente de Damm, Demetrio Carceller, que, según diferentes fuentes próximas a las negociaciones del convenio, lleva tiempo preparando su ofensiva para hacerse con el control de Pescanova. De hecho, Carceller ya controla el consejo de administración del grupo pesquero. Su lista fue la más votada en la última junta extraordinaria de accionistas de Pescanova, en la que se incluía al actual presidente de la pesquera, Juan Manuel Urgoiti. Una vez mostradas todas las cartas, la intención de Pescanova y los acreedores es que el capital nuevo controle el 51% de la alimentaria y la banca el 49% restante.
El segundo escenario no es mucho más alentador, ya que dentro de un proceso de liquidación los accionistas son los últimos en el orden de prelación, por lo que lo más probable es que no cobraran nada. En total, la deuda de Pescanova asciende a 3.674 millones de euros, según el informe concursal elaborado por Deloitte. Banco Sabadell, Novagalicia Banco, Popular, CaixaBank y Bankia figuran entre los principales acreedores, aunque la lista supera el centenar.
Entre los 10.000 accionistas minoritarios de Pescanova que se verán afectados se encuentran rostros muy conocidos, como el cocinero Ferran Adrià, fundador de elBulli, que cuenta con 28.000 títulos, equivalentes al 0,09% del capital de la multinacional gallega. Y también grandes accionistas, como la familia Carceller, con el 7,8%, o el expresidente de la compañía, Manuel Fernández de Sousa, con algo más del 7%.