Nissan GT-R: una experiencia de conducción impresionante
Los modelos de 2014 se distinguen por detalles como las luces de LED diurnas integradas en el faro Cuesta menos de 100.000 euros
El Nissan GT-R irrumpió en el universo de los deportivos en 2007 y causó un tremendo impacto. Llegó al mercado un cupé japonés que, por menos de 100.000 euros, podía superar a muchos biplazas de renombre con precios superiores a los 200.000 euros. El presidente de la alianza Renault-Nissan, Carlos Ghosn, quería un modelo global capaz de enfrentarse a Porsche y que proyectara al mundo lo que Nissan era capaz de hacer. Para ello aplicaron tracción total, un cambio de doble embrague y un motor V6 biturbo de 480 CV.
El GT-R ha ido mejorando cada año, de modo que ahora rinde 550 CV y acelera de 0 a 100 km/h en 2,7 segundos (un Bugatti Veyron de 1.000 CV lo hace en 2,5 segundos). El GT-R es, además, el modelo icónico para una generación de jóvenes que ha crecido jugando con las consolas. Muchos de ellos, cuando sean mayores y tengan dinero, querrán comprar el GT-R con el que soñaron de niños. De hecho, durante el pasado Salón de Tokio Carlos Ghosn declaró: “Este coche ha hecho más por la imagen de Nissan que ningún otro coche por otra marca".
La producción es de unas 6.000 unidades anuales, y de ellas 54 se vendieron el año pasado en España (desde 106.000 euros). Es, sin duda, uno de los deportivos más impresionantes que se pueden conducir. Cuenta con detalles como la caja de cambios sobre el eje trasero, para mejorar el reparto de pesos. Esto significa que la potencia sale del motor delantero hacia el cambio trasero y, desde allí, una parte de la misma vuelve al eje delantero. Es sorprendente también que los muelles del lado del pasajero son algo más blandos que los del lado del conductor, porque habitualmente soportan menor peso. Puede superar sin problemas los 300 km/h, pero no es solo que sea rápido, sino que transmite mucho e involucra al piloto en la conducción. Desde el primer toque al acelerador y el primer giro del volante, el GT-R cobra vida. Desde que el conductor llega a la primera curva con el Nissan, pisa y escucha los frenos, siente la dirección y nota el apoyo sobre las ruedas. No hace falta entrar muy rápido en cada curva para disfrutar al volante.
Como contrapartida, la suspensión es dura (incluso en la posición Confort) y el ruido de rodadura que provocan los neumáticos es muy alto. Además, al circular por una calle con adoquines aparecen ruidos aquí y allá, algo que no pasaría en un Porsche.
Es un coche sin compromisos, con un interior de videojuego y un confort deplorable en viajes largos, pero la experiencia de conducción es brutal.
Cómo domesticar a la bestia
A primera vista, la gama 2014 del GT-R parece más de lo mismo, pero no lo es, sobre todo porque se le ha querido dar un nuevo enfoque. Si hasta ahora era un deportivo extremo e incómodo para usar a diario, el nuevo modelo trata de ganar cualidades al estilo gran turismo, es decir, un coche refinado con el que se pueda viajar cómodamente. Para ello se ha modificado casi todo, partiendo de una mayor precisión en los diferentes elementos de acero, aluminio y fibra de carbono que conforman la carrocería.
La suspensión se ha modificado para hacerlo más cómodo al igual que la dirección, que ahora precisa de menos correcciones para permanecer recta por la autopista. También es más fácil de usar en maniobras urbanas, sin perder su tacto a alta velocidad. La calibración de los frenos se ha mejorado para que la respuesta sea más lineal e intuitiva en el uso diario. Además, se ha optimizado la insonorización del habitáculo, al igual que el aislamiento térmico.
En el interior ha subido la calidad y el cliente puede elegir entre tres tipos de tapizado de cuero, incluyendo un nuevo color marfil. Sin embargo, no están disponibles asientos con refrigeración.