Europa y la falta de profesionales cualificados
En menos de 40 años, Europa será el continente con una mayor disminución de su población. Las consecuencias que se derivan de este hecho pueden observarse ya hoy en países como Alemania y Austria, donde la media de edad aumenta sostenidamente, conllevando una menor oferta de población activa. Sucede también algo parecido en España.
Esta situación, planteada por líderes empresariales y políticos europeos en el reciente encuentro Salzburger Trilog, se complementa con otro punto de debate no menos importante: en los próximos años, se acentuará la necesidad de profesionales cualificados.
Habrá mano de obra sin la cualificación necesaria y profesionales cuyas habilidades no serán adecuadas para los puestos de trabajo ofertados -desequilibrio entre oferta y demanda-. Según el informe Global Talent 2021 de Oxford Economics, sólo un reducido número de países –como China, Argentina u Omán- podrá mantener cierto equilibrio entre esta oferta y demanda a lo largo del próximo siglo.
En China, la fuerte inversión prevista para los próximos años en educación permitirá cubrir las necesidades de talento cualificado del país y mantener su rápido desarrollo económico. El incremento anual del 4,6% de personas con educación universitaria será más o menos parecido a la cifra de crecimiento económico del país.
No obstante, los expertos del encuentro vaticinaron que incluso este país asiático puede verse afectado por un problema de desequilibrio oferta-demanda a largo plazo, donde la generación del “hijo único” tendrá que sostener las jubilaciones de las generaciones con una alta natalidad. Veremos en este caso que la relación actual entre trabajadores y jubilados de 10 a 1 pasará a ser, en 2050, de 2,5 a 1,3.
Países como India, Colombia o Qatar tendrán una sobreoferta de perfiles cualificados que excederá lo que pueda absorber su economía. Por otro lado, países europeos como Italia, Alemania, Francia y España tendrán más oferta de puestos de trabajo cualificados que profesionales con formación para cubrirlos.
Para España, los últimos datos revelados por la OCDE muestran que los adultos españoles se sitúan a la cola de los países desarrollados en nivel de formación, como también sucede con los jóvenes –según lo refleja el informe PISA-. Estos resultados no permiten ser optimistas a la hora de cubrir futuras necesidades de personal cualificado en nuestro país.
Combatir esta carencia en España de forma especial y en Europa se puede hacer de dos maneras: promoviendo la movilidad de trabajadores cualificados, y tan importante o más que esto, invirtiendo en formación de calidad. Sin duda, a largo plazo, será mucho más beneficioso para los países formar a las personas que la simple importación de profesionales, que será tan solo una opción de supervivencia temporal para los mercados laboralmente más atractivos a nivel mundial.
Aquellos territorios que disponen de profesionales cualificados atraen a más profesionales, y acaban siendo los centros en los que se desarrollan las innovaciones y donde se establecen las nuevas industrias. Estos centros determinan de forma decisiva qué regiones continuarán creciendo en un futuro, dando a las ciudades la posibilidad de tener ventaja en la competición por el talento, manteniéndolo o atrayéndolo.
Los gobiernos y empresarios de cada país pueden influir en los comportamientos migratorios, incrementar el atractivo de sus regiones y sacar provecho de la migración cooperando globalmente para que mejore la movilidad. Y también pueden llegar a acuerdos bilaterales entre estados en vías de desarrollo y países industrializados para tratar de equilibrar la oferta y la demanda del mercado laboral.
Es imprescindible, para que el talento global supere las fronteras actuales, que se desarrollen modelos de formación escalables y exportables a nivel internacional y que se intensifique el intercambio de experiencias en el ámbito del empleo, la educación y la formación profesional. Así, se conseguirá detectar y paliar la falta de talento en las diversas regiones y, a la vez, Europa podrá retomar el papel activo en el desarrollo global del talento que le corresponde.
Francisco Belil es vicepresidente de la Fundación Bertelsmann