La recuperación aliviará la austeridad
George Osborne no necesitaba gestos populistas en su actualización del presupuesto de otoño. La recuperación de la creación de empleo en Reino Unido ha hecho el trabajo por él. Su declaración sobre los presupuestos se basó en retoques útiles.
Cuando el crecimiento se estaba revisando en marzo de Osborne parecía vulnerable. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria del Gobierno ahora prevé un superávit fiscal para 2018-19. Se calcula que la deuda alcance un máximo del 80%, no del 85,6%. La creación de empleo en el sector privado ha compensado con creces los recortes de puestos del sector público. La austeridad, lejos de enviar a Reino Unido en una espiral de la muerte, parece haber ayudado a estimular un cambio positivo en el mercado laboral y en la economía en general.
La tarea de Osborne es sostener esta recuperación. Sus retoques ciertamente no la dañarán. Tiene sentido intentar aliviar el desempleo de los jóvenes mediante la supresión de las cotizaciones para los menores de 21 años. Asistir a la empresa limitando las subidas de impuestos en los locales comerciales y ofreciendo descuentos a los pequeños comerciantes es bienvenido. En energía el ministro se acercó más al populismo. Canceló un aumento de impuestos previsto al combustible –un tónico ganar votos–. Las medidas para frenar la evasión fiscal son una buena noticia, a pesar de la promesa de Osborne de ahorrar 9.000 millones de libras a través de un nuevo asalto parecen ambiciosas.
La creación de empleo en el sector privado ha compensado los recortes de puestos en el sector público británico
Osborne podría haber sido más radical. La promesa de destinar mil millones de libras a ayudar a los desarrollos de vivienda parece inadecuada para hacer frente a la escasez de viviendas en Reino Unido y fue una decepción. Podría haberse permitido hacer más para impulsar la construcción. En general, quedan muchos interrogantes. Los pronósticos se equivocaron antes y podrían estar equivocados otra vez. El crecimiento es rápido ahora, cerca de un 3% anual, pero a partir de una base muy baja.
Por ahora es difícil discutir. Más recortes, una extensión de la edad de jubilación, un límite en el gasto social: las promesas son en su mayoría desagradables. El crecimiento y el empleo –si es que siguen llegando– aliviarán el dolor.