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Biomasa

La crisis impulsa la caldera térmica

El uso doméstico crece al 20% anual, pero la generación eléctrica apenas se ha desarrollado

No se trata de una energía limpia más, sino de una industria directamente vinculada a actividades tan relevantes como la agrícola, la forestal o la ganadera, y en la que también confluyen los generadores de energía a partir de la valorización de las biomasas y el biogás. La biomasa constituye un complejo y valioso tejido productivo.

Además de su contribución al cumplimiento de los compromisos contraídos por España en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero o de cobertura del consumo energético a partir de fuentes renovables, su aprovechamiento esconde un gran potencial para la dinamización de las zonas rurales de donde obtiene sus recursos.

Asimismo, aporta actividad y empleos derivados tanto de la operación de las plantas de valorización energética como de la logística asociada a las mismas, que demandan servicios especializados en recogida, tratamiento, distribución y transporte de combustibles biomásicos.

España está entre los tres primeros países europeos en potencial biomásico

Sin embargo, a pesar de que España tiene un tejido empresarial con amplia experiencia en el diseño y explotación de estas instalaciones y en el desarrollo de tecnología, no se ha conseguido el despegue y consolidación de este sector que, “hasta la fecha, ha carecido de un marco regulatorio eficaz”, según un informe de la Unión por la Biomasa.

España se encuentra entre los tres primeros países europeos en cuanto a potencial de recursos biomásicos agrícolas, ganaderos, forestales y de residuos industriales y urbanos.

“Somos grandes productores y lo hacemos a un coste muy competitivo. Pero no hay suficiente mercado. Y exportamos. Los pellets se están convirtiendo en una commodity en Europa”, apunta Margarita de Gregorio, directora de APPA Biomasa, entidad gestora de la Unión por la Biomasa, y coordinadora de la Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (Bioplat).

Y añade: “Nos gustaría que la demanda creciera para conseguir crear un mercado interno. La biomasa podría entrar a gran escala en muchos procesos industriales que necesitan calor porque es muy competitiva”. España vende más de 400.000 toneladas al año.

Puesto que la bioenergía se obtiene a través de la biomasa y esa energía se puede utilizar tanto para generar calor para uso doméstico e industrial como electricidad y biocombustibles para el transporte, el sector se mueve en escenarios muy diferentes.

Muy por detrás de nuestra capacidad

La potencia de biomasa eléctrica instalada en España es de solo 639 megavatios, el 49% del objetivo del Plan de Energías Renovables 2005-2010.

Somos el noveno país europeo en producción de electricidad a partir de biomasa sólida y el octavo en consumo de calor producido con esta tecnología.

La biomasa térmica (calefacción) es la que evoluciona de manera más favorable en España, con crecimientos anuales del 20%. Su precio competitivo, unido a la crisis, está incrementando el número de instalaciones de calderas domésticas con sistemas de calefacción que alimentan a varios edificios.

“El uso doméstico se extiende. La crisis ayuda, estamos percibiendo que hay un problema de pobreza energética, se empieza a pasar frío en España. Y el ahorro de una caldera de biomasa sobre una de gasóleo está en torno al 40%”, apunta Roberto de Antonio, director general de Factor Verde, empresa que se ocupa del ciclo completo de la biomasa.

Un futuro ligado a la valoración de sus múltiples beneficios

“El decreto del Ejecutivo ha paralizado todas las renovables. Esto es absurdo. Nada tiene que ver la biomasa, con implicaciones sociales y medioambientales que no se valoran lo suficiente, con otras energías. Aunque parece que el Gobierno está reculando”, resalta Roberto de Antonio.

El director general de Factor Verde cree que la biomasa tiene por delante un buen futuro: “Empiezo a ver luces en la térmica y espero que con la eléctrica llegará alguien con visión a largo plazo que verá que es una solución para el campo, para generar empleo y para limpiar los bosques. Antes o después se desarrollará. Si se apoya alguna renovable, esa será la biomasa”.

Guiomar Bermejo, profesora del máster de energías renovables y eficiencia energética de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima), cree que un obstáculo para que la biomasa se extienda en España tanto como en otros países es que las entidades financieras no apoyan los proyectos.

“Son necesarias fuertes inversiones iniciales y ponen muchas trabas; por esa misma razón los promotores tampoco se lanzan”.

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