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¿Cómo gestionaría Kennedy la economía de EEUU?

A John F. Kennedy se le ha homenajeado y recordado en los últimos días mediante numerosos actos y documentales (que sirven también para desacreditar las obsesivas teorías de conspiración sobre su asesinato) que destacan sus logros o iniciativas en política exterior, de seguridad e interior: la aprobación del tratado de prohibición de ensayos nucleares, su gestión de la crisis de los misiles de Cuba, del Peace Corps, de la misión Apollo para llegar a la luna y de la legislación con la que su sucesor Johnson eliminaría la discriminación racial. En materia económica, puede sorprender que un presidente Demócrata al que en Europa se le ubica en el centro-izquierda impulsara una reducción de los impuestos sobre la renta de las personas y de las empresas. Kennedy defendió que una disminución de impuestos conllevaría mayores ingresos y eliminaría el déficit. Sus recortes de impuestos se promulgaron bajo su sucesor, y, junto a otros factores, contribuyeron a una década de crecimiento y prosperidad. Ronald Reagan recuperó para su campaña electoral de 1980 el mensaje e incluso la publicidad de Kennedy favorable a una bajada de impuestos. EE.UU necesita urgentemente una reforma de su sistema impositivo, que reduzca los tipos – especialmente el de sociedades – mediante la eliminación de deducciones. Obama ha cosechado éxitos en política de seguridad como la ratificación del tratado START de reducción de armas nucleares con Rusia, el acuerdo con Irán, ha acometido una reforma impopular del sistema sanitario para que 41 millones de personas tengan cobertura médica y fomenta inversiones en educación, I+D y redes sociales para los más desfavorecidos. Kennedy viajó a Dallas en noviembre de 1963 para acabar con las rencillas internas en el partido Demócrata. Los republicanos no facilitan las cosas a Obama. Pero el presidente debe hacer concesiones y negociar con ellos una reforma del sistema impositivo, de los grandes programas sociales (pensiones, Medicare, Medicaid) y la aprobación del oleoducto Keystone. Con el transcurso del tiempo el gran público olvida los logros concretos de los gobernantes. Un 90% de los americanos valora positivamente la gestión de Kennedy. Esta admiración se explica por su coraje personal y político. Obama debe arriesgarse más y negociar con los republicanos las reformas impositivas, energéticas, de los programas sociales y de inmigración que EEUU urgentemente necesita.

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